Un pueblo invadido por los trampantojos y por los visitantes que atraen: más de 22.000 en lo que va de año, en comparación con los casi 15.000 que visitaron el municipio cacereño de Romangordo en todo 2018.

No hay un rincón en el pueblo donde no se pueda descubrir una de estas obras de artes. Se contabilizan hasta 134, con 59 puertas, 16 frases y los 15 trampantojos.

«Un ‘trampantojo’ es algo que engaña, hasta que no te acercas no sabes si es real o no», explica Isabel María Martín, una de las dinamizadoras turísticas de la localidad.

Todo comenzó en 2016, según rememora Juan Antonio Salazar, otro de los dinamizadores turísticos: «Había un rincón del pueblo que se quería ampliar, pero quedaba un lugar vacío, feo», rememora.

Es así como nació ‘El rincón del burro’, el primer trampantojo de Romangordo.

Al comprobar la atracción que ese rincón generó, se originaron nuevos espacios. La mayoría de ellos recrean escenas cotidianas y actividades económicas que se han perdido con el tiempo: «Son oficios que ya no existen y a los que se les rinde homenaje», cuenta Martín. De hecho, en muchos casos las pinturas están colocadas en el mismo sitio donde se situaban los talleres: el albardero, el molino, el zapatero, la telefonista...

También hay espacio para conocidos personajes de la localidad, como el tío Elías, que era poeta, o la tía María ‘La Larga’, que vendía barquillos de canela.

El colectivo ‘Muro Crítico’ empezó las creaciones, en las que también han participado estudiantes de Bellas Artes de Madrid, que rindieron homenaje a los pintores locales Francisco Álvarez e Isaías Díaz. Ahora, otros jóvenes artistas extremeños continúan embelleciendo las fachadas y puertas de la localidad.

Pero no solo la pintura ocupa los espacios, también las letras tienen un lugar privilegiado en las paredes del municipio.

Así, se pueden encontrar desde palabras «con identidad», típicas de la localidad, hasta poemas de Gabriel y Galán o Antonio Machado y frases de obras célebres como El Principito. «La frase se colocó por el 75 aniversario» de la obra de Antoine Saint-Exupéry, explican Martín y Salazar. En la calle del Padre Ángel Barquilla también se pueden encontrar versos de este célebre cura local.

Una manera de promover la cultura entre autóctonos y visitantes.

Todo esto es resultado de diversos proyectos que se han venido desarrollando en los últimos tres años, entre ellos ‘Puerta a puerta, pintamos nuestra vida y nuestra historia’ o ‘Romangordo, imágenes que marcan la identidad de un pueblo’.

Motor económico

Lo que nació como una manera de embellecer el casco urbano ha desembocado en un foco de atracción para el turismo totalmente inesperado: «Vienen muchos extremeños, pero también de otras partes de España. Y antes eran turistas de paso, ahora muchos vienen exclusivamente para ver esto», asegura Martín.

Los trampantojos y el resto de murales se combinan con otras actividades turísticas en el pueblo y sus alrededores, como descensos en kayak, rutas senderistas o talleres con plantas en la emblemática Casa de los Aromas local, que es también centro de información turística.

«Aunque hacemos un seguimiento del turismo, muchas veces te enteras más de las cosas por la gente que viene y te cuenta. Por ejemplo, vienen muchas autocaravanas y nos dijeron que aparecemos en una app que tiene recomendaciones para viajes en autocaravana», explica Martín. Así, ahora se está preparando un aparcamiento específico para este tipo de vehículos, algo inimaginable hace unos pocos años.

«No ha habido grandes campañas, esto se ha movido sobre todo gracias al boca oreja. Estamos aún desarrollando cosas porque esto son proyectos que están vivos», detalla Martín.

Por ejemplo, muchas de las pinturas cuentan con un código QR, que explica la historia de lo representado, y siguen instalándose otros en el resto.

«Antes mucha gente venía a Monfragüe y pasaba por Romangordo. Hoy ya hay casos donde es al revés», asegura Martín.

En la mayoría de escenas del día a día, ocupan un lugar especial los niños y los ancianos, que representan estampas de vida en las calles. Y que han vuelto a llenarlas.

«Esto demuestra que se puede mantener el medio rural. No se vacía, se fija población en el territorio», explica Martín.

Así, un bar que estaba a punto de cerrar continúa abierto, el antiguo bar de la piscina es ahora también restaurante y se ha abierto una tienda de ultramarinos y una sucursal bancaria.

«Son servicios que son buenos para el pueblo, que cubren las necesidades básicas y que al turista le agradan», dice Martín.

La alcaldesa, orgullosa

«El pueblo está lleno de gente todos los días del año, sea invierno o verano», asegura Rosario Cordero, alcaldesa de la localidad.

Cordero aún se muestra «sorprendida» por la gran acogida que han tenido los murales y el creciente número de visitantes: «Nunca pensamos que iba a llegar a esto», confirma.

La alcaldesa explica cómo los trampantojos se han convertido en una fuente de ingresos para el pueblo y ayudan a mantener a flote varios negocios: el bar, el restaurante o la tienda: «Mi sueño es que cada vez haya más personas, de aquí o de fuera, que emprendan en Romangordo y vean que tienen una oportunidad», dice.

Además, recuerda que la localidad tiene otros atractivos turísticos al margen de los murales y subraya el éxito de la residencia geriátrica y la apertura, prevista para el año que viene, de un centro de dependencia que espera ser «de referencia» en la región.

«La prioridad es crear empleo y asentar a la población joven», remarca.

Como también presidenta de la Diputación Provincial de Cáceres, Cordero asegura que «todos los pueblos de la provincia tienen herramientas para luchar contra el despoblamiento». Ahora toca aprovecharlas.