La Séptima División Acorazada británica dio ayer un paso más en el "estrangulamiento" de Basora, ciudad que desde hace más de una semana resiste el asedio de las tropas aliadas. Los marines colocaron un puesto de control en el principal cruce de carreteras, junto al casco urbano de la ciudad, para tantear la capacidad de respuesta de las fuerzas iraquís asediadas en su interior.

"Queríamos ver qué es lo que pasaba", dijo Chris Vernon, portavoz de las fuerzas británicas en Irak. Vernon descartó que sus hombres tengan la intención de asaltar el centro de Basora. "Seguiremos entrando y saliendo, aunque habrá un día en que nos quedaremos definitivamente", aseguró Vernon.

Al sur de la ciudad, los británicos consolidaron ayer sus posiciones en una zona industrial de la periferia. Armados con seis tanques Challager y vehículos blindados, los marines se hicieron con el control de un complejo industrial defendido por fuerzas paramilitares de Irak, que habían ofrecido una feroz resistencia.

Los mandos de la operación militar creen que en Basora se atrincheran cerca de un millar de fedayines, paramilitares cuya lealtad al régimen está garantizada, y algunas tropas regulares del Ejército de Sadam. El puesto de control, situado en el principal cruce de carreteras que van hacia Basora, también permitirá a los marines británicos pulsar las conversaciones de los lugareños y averiguar dónde se hallan los reductos de fedayines en la ciudad.