La opinión que ayer pudo pulsar este diario en las calles de Trujillo es que la mayor parte de los trujillanos entienden los beneficios de una obra como la variante inaugurada. Los recelos que genera están relacionados exclusivamente con la incertidumbre respecto a algunos negocios.

No obstante, la experiencia que ya se ha vivido en la ciudad parece alentadora. Como explica Antonio, "cuando se abrió la A-5 se decía también que podía perjudicar a los negocios que dejaban de estar en el lugar de paso del tráfico, pero finalmente no se notó nada. Los negocios que estaban en la carretera siguen abiertos y el pueblo cada vez va a más con el turismo".

Quien desde luego no tiene dudas de los beneficios que estas obras traen a su ciudad es el alcalde, José Antonio Redondo. "Teníamos una carga de tráfico pesado tremenda --explica--, que estaba impidiendo el desarrollo de Trujillo. Hoy en día, todo ese tráfico pesado va a pasar por la nueva variante". Redondo está convencido de que los visitantes lo agradecerán: "Nos vamos a encontrar el centro de Trujillo mucho más desahogado para aquellas personas que pretenden visitarlo o hacer sus compras en la ciudad", dijo.

El alcalde tampoco olvida que obras como esta "suponen, por supuesto, bienestar para nuestros ciudadanos. Porque a veces nos veíamos en algunos sitios negros para poder cruzar un paso de cebra". El alcalde cree que cuando la A-58 esté completada será un revulsivo para la zona, pero también para toda Extremadura.

Algunos como Manuel creen que la variante debía haberse trazado por otro sitio: "Mucha de la gente que viene de los pueblos de alrededor tiene que seguir pasando por aquí --por el paseo Ruiz de Mendoza-- para ir a coger la autovía. Habría sido mejor hacer la variante por la Nacional V antigua", dijo