"Era el día de su cumpleaños. Se quedó unos instantes sola. Al volver nos dimos cuenta que había perdido temporalmente la memoria. A partir de ese día, nada fue igual". La enfermedad acabó consumiendo a la abuela de F. González. "Fueron meses muy duros, sobre todo para los que estábamos más cerca".

El alzheimer es una enfermedad degenerativa que se caracteriza por el deterioro progresivo de las facultades físicas y mentales de la persona. Al comienzo, se produce pérdida de memoria y desorientación. Luego, el enfermo pierde la fluidez verbal y aparecen algunos problemas como ansiedad, agresividad o depresión. Finalmente, el paciente queda recluido en la cama y es totalmente dependiente de su entorno.

En la actualidad, todavía no existe un fármaco que cure esta enfermedad, tan sólo hay medicamentos que ralentizan sus efectos y mejoran la calidad de vida de los enfermos. "Hay que ir adaptándose no sólo a lo que viene, sino a lo que hay, pues los recursos actuales son insuficientes y la Administración se aprovecha de la generosidad de las familias españolas, que corren con el 95% de la asistencia sociosanitaria de los pacientes", denunció el doctor Isidoro Ruipérez, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

Maribel García aún recuerda como al principio confundieron la enfermedad con una depresión. "Nos habíamos casado todos los hermanos y pensamos que no se adaptaba a estar sola después de toda una vida dedicada a nosotros". Seis meses después comprobaron que aquella situación iba a más. "Primero son despistes en la cocina. Luego no puede vestirse y empieza una regresión en su vida hasta hoy, ocho años después".

En ese último viaje de la memoria, la enfermedad engulle a la familia. La persona con la enfermedad genera una dependencia de la que no es consciente, pero que cambia por completo la vida de su entorno. "No podía estar sola. Era una persona mayor, pero siempre tuvo mucha vitalidad. Era sorprendente ver cómo toda su vida iba hacia atrás. No reconocía a sus hijos. Dejó de leer el periódico, algo que hacía a diario. Tenía momentos de lucidez y sus nietos, a los que había criado desde pequeños, era como su única conexión con el mundo", recuerda F. González.

Salvo ligeros matices, las familias afectadas tienen un tronco en común en cada una de sus historia. Se ha avanzado en la lucha contra la enfermedad pero todavía queda mucho por hacer, ya que en el 95% de los casos de enfermos con alzheimer, la asistencia y cuidados que precisan recaen en su mayor parte en los familiares, por lo que consideran que hacen falta más centros de día y cuidadores especializados ante una enfermedad que muchos expertos catalogan como la plaga del siglo XXI .