Once de mayo a las 13.00 horas. Sergio Díaz, un cabo almendralejense de la Armada, embarca en el Yakovlev 42 con destino a Kuwait para desplazarse a Um Qasar donde trabajará en el buque anfibio de asalto Galicia . Después de 25 horas de vuelo y varias escalas en Morón, El Cairo y Yibuti, el cabo llega a Kuwait junto a 60 militares más. "El Yakovlev era un avión viejo y muy mal equipado, pero mecánicamente parecía no presentar problemas aunque sí que sentí muchas turbulencias", asegura Díaz.

Este cabo de 23 años corrobora alguna de las informaciones que otros compañeros suyos han hecho públicas. Así, reconoce que vio cómo se recogía aceite en latas del aparato, pero dice que ésta es una práctica habitual también en los helicópteros de la Armada, "se debe a los cambios tan bruscos de temperatura que sufre el avión y al aparataje hidráulico que lleva incorporado".

Además, Díaz cuenta que la tripulación estaba compuesta por diez personas todas ucranianas, cuatro azafatas y seis pilotos que dormían en el propio aparato mientras otros trabajaban. "Cada día estoy más convencido --indica el cabo-- de que el accidente se debió a un fallo humano o a la climatología y no a un problema mecánico".

Díaz comprende que el Gobierno alquile aparatos de otros países para transportar a las tropas españolas, ya que la partida presupuestaria para el ejército es de las más bajas de Europa. De todos modos, este cabo extremeño de la Marina dice que "la solución pasa porque el Gobierno invierta más en las Fuerzas Armadas, así se podrían adquirir aviones de transporte militar propios".

RECUERDO A LOS FAMILIARES

La noticia de la muerte de sus 62 compañeros le llegó a Díaz a través de la radio tras su regreso a España el día 20 donde se prepara las oposiciones a oficial. Lo primero que pensó al conocer la tragedia fue en los familiares de los militares fallecidos, "son ellos quienes realmente sufren, los profesionales sabemos que la muerte es un riesgo añadido a nuestro trabajo".

El próximo mes de julio Sergio debe volar de nuevo hasta Irak y reconoce que al principio sentirá miedo, pero luego todo pasará. "Supongo que será como cuando una compañera murió en el Juan Sebastián El Cano al caerse desde un mástil de 35 metros, a los tres días tuvimos que volver a subir porque era parte de nuestra labor".