"Tomamos todas las precauciones, ponemos trabas para evitar equivocarnos, pero un error puede ocurrir". ¿Un error como el de Rayán? "Sí, un error como el de Rayán, no es difícil". La supervisora de la Unidad de Neonatología del Hospital de Mérida, Guadalupe Hernández, tiene más de 20 años de experiencia en este área y hace todo lo posible porque sus compañeros, casi todas mujeres pero con alguna excepción, cuenten con toda la preparación suficiente antes de ocuparse del cuidado de los más pequeños, recién nacidos de 0 a 30 días y prematuros. Pero admite que no siempre ocurre así y, además, nada garantiza que no pueda cometerse un fallo, sobre todo sin que se sepa cuáles son las circunstancias (acumulación de horas, exceso de trabajo...) en que se produce.

No obstante, Guadalupe destaca las muchas medidas de prevención que se toman para impedir errores como el que, según se cree, causó en Madrid la muerte a Rayán, el hijo de la primera víctima por gripe A en España. Cuando los bebés son prematuros, como en ese caso, es necesario alimentarlo por vía endovenosa (alimentación parenteral), porque aún no tienen el aparato digestivo desarrollado. Posteriormente, si todo va bien, se les comienza a administrar progresivamente el alimento por vía nasogástrica (alimentación entelar). Equivocar estos dos tipos de alimentación, como parece que ocurrió en el caso que ha conmovido a todo el país, puede ser fatal.

Para evitarlo, en la Unidad de Neonatología del Hospital de Mérida tienen establecido un estricto protocolo: las sondas de alimentación parentelar y entelar se introducen por orificios diferentes de la incubadora, tienen colores distintos, en el caso de la alimentación por vía endovenosa se usa una "caja de seguridad" para diferenciarlo del otro tipo... Pero, admiten las enfermeras del servicio, "un error puede ocurrir".

Por ello, consideran vital que los profesionales que ejercen este tipo de enfermería "estén especializados". Una demanda que mantienen desde hace tiempo, lamentando que hasta que no ocurren trágicos casos como el de Rayán, esta y otras peticiones no se tienen en cuenta. Julia Cano, compañera de Guadalupe, reconoce como les ha afectado el caso del bebé madrileño, tanto por la tristeza que les produce el propio suceso como por sus efectos sobre la sociedad, cuya presión sienten ahora con más intensidad.

Pero el semblante de Julia cambia al atender a Claudia, una de las pequeñas de la Unidad de Neonatología que, ya fuera de la incubadora, reclama su comida. "Son un reloj", dicen sonriendo Guadalupe y Julia, que suplen con pasión por su trabajo las preocupaciones.