Tres décadas y media después de ser transferida por el Estado a la Junta de Extremadura, la carretera entre Cáceres y Badajoz recorrerá en apenas unas semanas el camino inverso y su gestión pasará a depender de nuevo del Ministerio de Fomento.

La N-523 fue junto a la N-435R (entre Los Santos de Maimona y Fregenal de la Sierra por Zafra, posteriormente renombrada como EX-101), una de las dos primeras nacionales transferidas por el Estado a la Junta de Extremadura en el año 1984. Tanto una como otra conservaron sus denominaciones originales hasta que en 1997 se dio el visto bueno a la nueva nomenclatura de las carreteras de la Junta de Extremadura mediante la identificación EX.

La N-523 fue también la primera vía finalizada del Plan Regional de Carreteras. Aunque el MOPU (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo) fue el que inició en 1983 las obras en el primero de los cinco tramos que se reformaron, el resto de las obras fueron ejecutadas por la Junta de Extremadura una vez recibidas las transferencias. Con un presupuesto que no llegó a los dos mil millones de pesetas, las obras fueron inauguradas en enero de 1987 por el presidente autonómico, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que en su discurso señaló que «antes nos quitaba el sueño el no tener una carretera decente que uniese ambas capitales e, incluso, se aseguraba que ambas capitales estaban viviendo de espaldas. Ahora ya tenemos esta nueva carretera y lo que espero es que sirva para algo». «Todos tenemos ahora la palabra para demostrar a todo el mundo que lo único que necesitaba Extremadura para ser una gran región era la carretera», aseguró, prueba de la trascendencia que se daba entonces a esta infraestructura.

A mediados de junio

Han pasado más de treinta años de esas palabras y en la Consejería de Economía y Fomento preparan ya toda la documentación para formalizar el cambio de titularidad mediante acta de entrega y recepción, algo que está previsto que ocurra a mediados de junio. Luego, será ya al ministerio al que le corresponda realizar todo el cambio de señalización.

El objetivo de esta cesión es que la carretera se convierta en autovía. Según indicó Guillermo Fernández Vara en abril pasado, la idea es que las obras puedan comenzar antes de que acabe el 2020 y, de este modo, evitar que caduque el informe de impacto ambiental correspondiente al proyecto de construcción de la autovía con el que cuenta ya la Administración autonómica. Cuando la conversión sea una realidad, la vía quedará integrada en la autovía A-58, que a día de hoy discurre entre Cáceres y Trujillo. Precisamente, la titularidad de la calzada se trasmite desde sus dos conexiones con otras dos autovías estatales: la Autovía de la Plata (A-66), y la Autovía del Suroeste (A-5), incluyendo sus respectivos enlaces.