Vicente Paniagua es uno de los hosteleros más famosos de la comarca placentina. Sus conocidas Pitarras del gordo se han extendido por toda la ciudad, y sus buenas y abundantes tapas atraen a muchos clientes. Vicente relata que comenzó a engordar cuando se casó, a los 24 años. "Desde que me casé, empecé a engordar unos dos kilos por año, y llevo 35 años casado...". A pesar de que Vicente se toma su obesidad con mucha filosofía y buen humor, reconoce que aunque no tiene intenciones de adelgazar, sí que intenta mantenerse en los límites de lo saludable.

Vicente asegura que se hace un par de chequeos y analíticas al año, y que "las enfermeras se quedan sorprendidas cuando comprueban que mi nivel de colesterol no está demasiado alto, y que todo funciona adecuadamente". Paniagua da gracias de que su salud no se resienta por los kilos que ha llegado a acumular a lo largo de los años, y que se niega a revelar. "Yo me quedé en los 100 kilos; de hecho me compré una báscula cuyo tope eran 100 kilos, así que no bajo, pero tampoco engordo".

Paniagua resalta que él no siente ningún tipo de depresión, ni sufre de baja autoestima por ser gordo. De hecho, se propuso nombrar su bar como La pitarra del gordo para acabar con los problemas de los graciosos que, hace muchos años, se metían con él por su kilos. Paniagua sentencia que no cree en las dietas, porque todas le han afectado negativamente, por el efecto rebote, pero también admite que no tiene tiempo con el trabajo para hacer ejercicio o andar.

Pese a sus "100 y pico kilos", Vicente Paniagua asegura que tan sólo adolece de tener la tensión alta y que la salud, de momento, le favorece.