Las asociaciones de víctimas del terrorismo coincidieron ayer en que el comunicado de ETA es "un fraude" y "más de lo mismo". Los representantes de los damnificados por 43 años de atentados no quieren oír hablar de más altos el fuego o ceses de la violencia. Exigen que la banda se disuelva definitivamente, entregue las armas y pida perdón a las 829 víctimas mortales de la banda. Tan solo la hija de Ernest Lluch, Eulàlia Lluch, mostró su alegría por una noticia que esperaba hace 11 años.

Las asociaciones de afectados sostienen, en términos generales, que ETA está derrotada por la presión policial y judicial pero, en su final, en vez de arrepentirse, pretende justificar el terror y colocar a su brazo político, integrado ahora en Bildu o Amaitur, en la mejor posición posible con vistas a las elecciones. Por eso los colectivos que expresaron ayer su malestar con el comunicado apenas entraron a valorar que ETA no exija fuertes contrapartidas por su "cese de actividad". En su opinión, hay una hoja de ruta diseñada por la banda y compartida por su entorno para que la historia no les coloque como los vencidos, independientemente de lo que digan los encapuchados.

En esta hoja de ruta, según los colectivos más duros, participa el Gobierno. Por ejemplo, para la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Angeles Pedraza, el nuevo gesto de ETA es un "acto más del teatro" organizado por el Ejecutivo, los mediadores internacionales y la banda. El expresidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, calificó el comunicado de "pantomima fruto de un proceso soterrado" de negociación.

PEDIR PERDON Las víctimas que expresaron su opinión a título particular fueron más suaves. Antonio Salvá, padre de uno de los dos últimos guardias civiles asesinados por ETA, Diego Salvá, admitió que la declaración supone un "paso importante", aunque exigió a los terroristas que "pidan perdón" para que se pueda al fin cerrar el ciclo.