Hace diez años, un extremeño con un sueldo medio que aspirase a comprar una casa de cien metros cuadrados necesitaba 5,9 sueldos anuales para pagarla. Hoy, tras la última subida, en la que el alza del precio de la vivienda ha cuadruplicado al de los sueldos (el 14% frente al 3% salarial del 2004), le haría falta destinar a pagar la vivienda todo lo que ganase durante siete años y medio. Este desequilibrio viene arrastrado por que el precio de las casas casi se ha duplicado en el decenio, con una subida del 94%, mientras que los sueldos subían un 52%.

Además, la situación ha empeorado de forma sensible en los últimos cuatro años. De este modo, la contención del coste de las casas hasta el 2000, unido a la subida media de los salarios durante el periodo 1996-2000 hizo que el esfuerzo para comprar vivienda en Extremadura fuese descendiendo, y se situase al final del siglo pasado en 4,5 sueldos anuales. Sin embargo, a partir de ese momento, todo se torció: en los últimos cuatro años, la subida salarial ha sido del 10% como media, mientras que el precio de los pisos se incrementaba un 84%.

Además, el problema no tiene visos de mejorar. Según los analistas, y pese al argumento, devaluado por repetido y no cumplido, de que los precios se moderarán, puesto que la demanda cederá ante el encarecimiento excesivo de las casas, el carácter de valor refugio del mercado inmobiliario sostendrá las subidas.

Eso es así porque, para ahorradores en general, y especuladores en particular, la Deuda Pública no resulta atractiva, por su menor rentabilidad. En cuanto a la Bolsa, vaivenes del petróleo, escándalos empresariales e inestabilidad internacional hacen que no sea una inversión segura.

Promoción pública

Ante este panorama, los ojos de aquellos que quieren comprar una casa para vivir en ella, y que ven como, día tras día, el alza de precios aleja ese sueño, se vuelven hacia la Administración, esperando que tome la iniciativa.

Tanto desde el Gobierno como desde la Junta ya se han anunciado planes que deberían contribuir a frenar las subidas, como el Plan 60.000 o las normas para favorecer el alquiler.

En el primer caso, se trataría de poner en el mercado viviendas a precio tasado destinadas a aquellos que disfrutan de rentas medias y que no pueden permitirse entrar en el mercado libre. En el segundo, se buscaría potenciar el arriendo para aliviar la presión de la demanda sobre el mercado.

Esta por ver si las medidas darán resultado. Anteriores planes de vivienda no lo han logrado. Por citar el caso extremeño, pese al plan, en los últimos 3 años, el incremento medio anual de precios ha sido del 17,4% y no hay ningún síntoma de contención.