El ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, se quejó ayer ante su homólogo británico, Jack Straw, por la virulencia de los ataques británicos que pretenden hacer de Francia el chivo expiatorio del fracaso de la diplomacia en la crisis de Irak. Villepin llamó por teléfono a Straw y calificó de "indignas de un país amigo y de un socio europeo" las palabras del primer ministro, Tony Blair, y de otros miembros de su Gobierno, el pasado martes en la Cámara de los Comunes. En Londres, entretanto, el premier británico dijo por primera vez que el objetivo de la guerra es derrocar a Sadam.

"Las autoridades francesas están ofendidas y dolidas por estas declaraciones", dijo Villepin a Straw. En el debate en la Cámara de los Comunes, en el que el Gobierno británico obtuvo el apoyo de la mayoría de los diputados a la participación británica en la guerra de Irak, Blair acusó a Francia de haber dinamitado el proceso diplomático en la ONU al anunciar de antemano su intención de vetar cualquier proyecto de resolución que autorizara el uso de la fuerza, un análisis respaldado por EEUU.

Villepin dijo "entender la presión que se ejerce sobre el Gobierno británico", pero consideró "indigna" la presentación de los hechos ante la Cámara porque "no es conforme a la realidad y no engaña a nadie". París rechaza, sin embargo, entrar en la espiral de la polémica con los británicos, y mucho menos con Estados Unidos.

CRITICAS DESDE EEUU

"Primero, Irak, y luego, Francia", proclama una pegatina muy popular del otro lado del Atlántico. Las campañas de prensa contra el presidente Jacques Chirac y los franceses en general hace tiempo que han sobrepasado los límites, pero los dirigentes franceses hacen lo imposible para desdramatizar esta situación.

El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, se vio obligado a precisar que "el que no queramos participar en esta guerra no quiere decir que estemos en guerra contra los Estados Unidos". Con todo, la presidencia francesa ha asegurado ya que Chirac no contestará a los "ataques epidérmicos" de Bush, que justifica por el "despecho de no haber conseguido una mayoría en la ONU".