Los científicos que dirigen la OMS, como los del resto del mundo, no pueden ofrecer información precisa y rotunda sobre el nuevo virus mexicano, un microorganismo joven de evolución incierta que, de momento, ha mostrado dos cualidades: su infección causa una gripe poco agresiva (excepto en México), pero su poder de propagación es enorme.

Aunque los expertos ven difícil que el nuevo A/H1N1 siga su mutación adquiriendo mayor virulencia, tienen pocas dudas sobre que, en los próximos días, su expansión podría adquirir las dimensiones que los planes de emergencia gripal de la OMS definen como alto riesgo de pandemia --situación de fase 5-- o alcanzar la pandemia completa, que elevaría a 6 el control.

Esa disyuntiva puede explicar los mensajes contradictorios que ayer lanzó el organismo: su portavoz, Gregory Hartl, habló al mediodía de la inminente posibilidad de que fuera activado el nivel 5 de alerta mundial, algo que solo tres horas después desmintió el vicesecretario general de la OMS, Keiji Fukuda, quien recordó que, aunque el virus está en permanente evolución y vigilancia, sigue activada la fase cuatro de control epidémico. "En el momento en que tengamos constancia de que el virus se transmite de persona a persona en una misma comunidad no relacionada con México, pasaremos a la fase 5, más severa, que significará riesgo inminente de pandemia", añadió.