Conteniendo su júbilo por la rápida desintegración del régimen iraquí, tras sólo tres semanas de guerra, la plana mayor del Gobierno estadounidense evitó ayer cantar victoria y exhibió la mayor cautela al declarar a coro que "la guerra no ha terminado, aunque la gente lo esté celebrando en las calles".

Bush "está muy complacido al ver los progresos de la campaña militar", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, tras decir que Bush vio en televisión cómo un tanque de EEUU, ayudado por exaltados bagdadís, derribaba la enorme estatua de Sadam en la plaza del Paraíso de Bagdad. Cheney, que eludió predecir cuánto más durará la guerra o cuándo declarará la victoria EEUU, también fue prudente al decir que aún "quedan duros combates".