En su intervención ante la sesión plenaria de la cumbre mundial sobre la crisis, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, insistió en que los gobiernos deben coordinarse para reactivar la economía con medidas fiscales, como las asumidas por el Gobierno español con la devolución de los 400 euros y el cheque bebé . Este mismo año, EEUU y China también pusieron en marcha planes parecidos con el objetivo de incentivar la demanda interna, y el presidente electo norteamericano, Barack Obama, que aboga por acometer una segunda fase.

En una rueda de prensa tras la cumbre, el jefe del Ejecutivo defendió cualquier propuesta que suponga un "alivio fiscal" para los ciudadanos y sirva para "trasladar recursos a las empresas". "Pero todas ellas tienen que tomarse de forma coordinada. País a país tienen escasa eficacia", aseguró. Zapatero anunció que el próximo día 27 presentará en el Congreso "un plan de recuperación para España", que se "coordinará" con el resto de países de la Unión Europea en el Consejo Europeo de diciembre.

En este sentido, en su discurso Zapatero se refirió a la responsabilidad de los gobiernos para reactivar la economía y poner orden en los mercados, pero "sin sustituirlos", según fuentes gubernamentales. Recomendó que se implante una nueva cultura en las entidades financieras para evitar "salarios astronómicos y beneficios excesivos".

Finalmente, recordó que la comunidad internacional debe negociar una nueva regulación de los sistemas financieros, con mayor control y transparencia. Zapatero no hizo referencia al "excelente" sistema de supervisión del Banco de España, una de las bazas que, en su opinión, le debían facilitar la presencia en la cumbre. Según el presidente, sacó el tema durante la cena del viernes y no se quiso "repetir" ayer, en la cumbre oficial.

El jefe del Ejecutivo consideró "muy positivos" los resultados de la cumbre y la "determinación" con la que han trabajado los participantes, representantes del 95% del PIB mundial.

SIGUE EL APOYO DE SARKOZY La continuidad de España en las próximas citas mundiales no está del todo asegurada, pero ayer recibió dos valiosos apoyos: el de Brasil, que este año ostenta la presidencia del G-20, y el del fiel Nicolas Sarkozy. El ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, propuso que el G-20 se convierta en un G-22 en el que se acoja a España y a "un país emergente", todavía sin decidir. Mientras, Sarkozy dijo que daba por "seguro" que el español participará en las siguientes citas.