Cantautor

Estando recientemente en Barcelona por motivos de trabajo, conocí a unos paisanos extremeños que llevan bastantes años afincados en Cataluña, los cuales, después de cenar, me comentaron hondamente disgustados que les habían afectado muchos las informaciones basadas en un estudio realizado por "estudiosos" catalanes sobre tópicos aplicados a los distintos pueblos del estado español. Recuerdo que al mostrar interés por dicho estudio, uno de ellos se comprometió a mandármelo a Aldeacentenera, y tras leerlo éstas son mis conclusiones:

Resulta que en dicho estudio, los extremeños cargamos con un estereotipo adornado con los adjetivos de apáticos e insolidarios en el mejor de los casos, y en el peor, de incultos, de vagos y de no ser amantes de nuestra tierra entre otras lindezas. Según parece, hemos perdido en pocos años el derecho a ser calificados como inteligentes, prácticos y emprendedores. Cosas de la vida.

El resultado es, según los autores de susodicho estudio, una imagen "predominantemente política" en contraposición a la que reciben los gallegos (ecológica), andaluces (folclórica) o catalanes (psicológica).

Una encuesta más personal, pero creo que transferible, permitiría contemplar la lista de piropos que nos lanzan con expresiones como nobles, sinceros, de pocas palabras y muchas canciones, algo religiosos y un poco tozudos.

Claro que nos dejaran autocalificarnos (como lo hacen los catalanes en el citado estudio definiéndose como cultos e inteligentes), nos adjudicariamos expresiones como dignos, hospitalarios, buenos amigos, trabajadores, sinceros, valientes, solidarios, generosos, fuertes, serios, rotundos, tenaces y toda suerte de definiciones a base del truco de reivindicar sistemáticamente la otra cara de la moneda.

En lo que no creo que quedáramos peor parados que los catalanes es en generosidad para con los otros y en capacidad autocrítica, inestimables cualidades que adornan a pocas personas y colectivos y sin las cuales los juicios emitidos sobre los demás quedan absolutamente devaluados.

Solo una mezcla de ignorancia y conocimiento pueden permitir la elaboración de estereotipos, fenómenos que constituyen lentes a través de las que se observa la realidad deformada a conciencia y que, además, se retroalimentan.

En vista de lo cual, cabe preguntarse qué y durante cuánto tiempo tendremos que hacer cada uno e nosotros para dulcificar la trebemunda imagen que transmitimos y, peor aún, si tan titánica tarea será o no posible.