Poca chicha tenía aquel chaval que se pasaba su tiempo libre pegando patadas a un balón en el patio del colegio o en la puerta de su domicilio. Tenía el fútbol en la sangre aunque en aquellas fechas también le atraía el baloncesto. No tardó en decidirse por el gol.

Manolo nació en Cáceres el 17 de enero de 1965 y vivió durante su infancia en la barriada de Pinilla. Estudió en el Diocesano, "muy cerquita" y en el colegio comenzó a jugar más en serio al fútbol y al fútbol sala, animado por su profesor don Fausto. De ahí pasó al Instituto de Enseñanza Media El Brocense, y su padre le regaló una camiseta del Barcelona, lo que le hizo inclinar sus aficiones hacia este club.

A los 13 años el Cacereño le somete a una prueba de la que sale airoso y queda vinculado al primer equipo de la ciudad. Jugaba de delantero y con el 7 a la espalda, número que ya no le abandonaría. Raro era el domingo que no marcaba algún gol y comenzó a destacar.

Con 16 años y después de haber debutado en el primer equipo del Cacereño, el seleccionador nacional Mariano Moreno le convoca para la sub-16. Con 18 años, Pereda se fija en el jugador y se lo lleva a la selección nacional juvenil; Manolo juega un España-Alemania en el estadio Príncipe Felipe ante su afición y marca el gol. Aquel día formaron parte del equipo Sanchís, Martín Vázquez, Pardeza...

Manolo iba para figura nacional y el Cacereño le abrió el camino. Muchos clubes de Primera División se fijaron en el jugador cacereño, apuntando los rumores hacia el Atlético de Madrid, el Barcelona, el Sevilla o el Betis, pero fue el Murcia el que se llevó el gato al agua, teniendo una contribución especial Joaquín Carrera, entonces entrenador del Cacereño. Manolo fichó por el club pimentonero en 1984 y fue cedido al Sabadell y, tras jugar en el Murcia, fichó por el Atlético de Madrid seis años después. Aquí cubrió la etapa más intensa de su carrera, que lo llevó hacia la internacionalidad absoluta, teniendo lugar su debut en noviembre de 1988 en Sevilla frente a Eire, y marca incluso un gol. Tras dejar el fútbol, intentó fortuna en los negocios y actualmente forma parte de un gabinete futbolístico con Futre y su inseparable amigo, Vicente Montes. Los tres formaron un equipo de salvación del Atlético cuando estaba en segunda y hace poco han finalizado su tarea.