La Academia de Hollywood ha organizado una exposición de los Oscar justo junto al Kodak Theater, y cientos de personas de todas las procedencias y edades han aguantado pacientemente estos días largas colas para tomarse una foto asiendo una estatuilla. La imagen retrata el poderoso atractivo popular de este galardón, un símbolo complejo que este año, más que nunca en décadas, bañará en oro lo que la mayoría de los espectadores ha dejado en bronce en las taquillas.

Muchos cinéfilos se sienten de enhorabuena en esta 78 edición, mayoritariamente definida en la prensa como "rara", más cercana al gusto de los festivales que al del gran público. Los responsables de la retransmisión de la gala temen que esta edición se convierta en la menos vista de la historia. Hollywood se ha planteado a sí mismo un desafío.

PELICULAS POCO VISTAS Gil Cates, productor de la ceremonia, reconoce que más allá de la selección de un presentador que despierte interés entre el público --y Jon Stewart es un gran despertador-- "el mayor impacto en el éxito de la ceremonia es la implicación que el público siente con las películas". Y este año esa implicación es sin duda modesta. Brokeback Mountain. En terreno vedado , candidata a ocho estatuillas y clara favorita, ha sido vista por más espectadores que los que tuvo el año pasado Million dollar baby , pero con 72 millones de dólares recaudados en EEUU está lejos de ser un taquillazo. Aún más lejos están sus rivales: Crash , Munich , Buenas noches y buena suerte y Truman Capote .

A los Oscar no les faltará el glamour de nombres como George Clooney, el primer hombre que logra ser candidato el mismo año como director y actor (de reparto) por dos películas diferentes; ni el tirón de estrellas como Reese Witherspoon, que esta semana se ha convertido oficialmente en la actriz mejor pagada de Hollywood; ni el estatus que da tener en la lista de presentadores a grandes como Jack Nicholson.

Pero de los 20 intérpretes candidatos al Oscar en las cuatro categorías de interpretación, 14 se estrenan en estas lides. No faltan encuestas --con cierta dosis de malicia-- pidiendo que se ponga nombres a sus rostros y no son muchos los que han acertado a identificar a June Adams (Junebug ), Michelle Williams (Brokeback Mountain ) o Terrence Howard (Hustle & flow ).

Quizá esa desconexión del público con los candidatos explique que este año se haya reducido considerablemente la cobertura previa de los Oscar en televisiones y diarios. Por ejemplo ayer, a 24 horas de la gala, The New York Times no dedicaba ni una línea a los premios.

Los 5.798 votantes de la Academia han dado la espalda a superproducciones como King Kong , Cinderella man , Memorias de una geisha , Star Wars. La venganza de los Sith , La guerra de los mundos o Las crónicas de Narnia (aunque todas tienen nominaciones). A cambio han apostado en las principales categorías por películas más pequeñas económicamente pero más ambiciosas y arriesgadas en sus contenidos.

Algunos interpretan esa decisión como un mensaje a la industria y, a la vez, un reflejo de la situación sociopolítica en EEUU, donde la división entre las dos Américas se acentúa día a día.

Si se suman el Oscar honorífico a Robert Altman, uno de los genuinos rebeldes del cine norteamericano, y la candidatura de la palestina Paradise Now , se confirma lo extraño de este año: en el momento anual en que Hollywood se mira el ombligo, el propio Hollywood está desviando la atención hacia otro lado.