El salón de actos del hotel de Fossano parecía acoger el acto central de la campaña del gran favorito en las elecciones. Unos 300 periodistas y 40 cámaras de televisión. Sin dar tiempo a calcular el número de fotógrafos se sentaron sobre una larga mesa en una tarima los nueve corredores del CSC con sus jerséis rojos. En el centro se situó Bjarne Riis. Jamás se le había visto tan sonriente. Tanto, que hasta se fue a entrenar con sus ciclistas impecablemente vestido con el uniforme del equipo. Frank Schleck, con el maillot amarillo en el tapete, explicaba que había recibido 600 mensajes de ánimo en su móvil. A su lado, Carlos Sastre tomaba aire y se mostraba seguro de un hecho. O intentaba ganar el Tour o la prueba se la llevaba el luxemburgués.

El CSC es el equipo a batir, porque es el único que funciona en bloque con la clara intención de triunfar en los Campos Elíseos. En sus filas está el escalador experimentado, con un estado de forma jamás alcanzado en los siete Tours anteriores. Se llama Carlos Sastre. Dice que no le importa, debido a su timidez, sentirse como un corredor menos mediático que Contador o Valverde. Y no le importa porque su familia, su joven hijo de cuatro años que quiere ser torero y que juega con un trapo con la cabrita de la familia, son los que le animan, y porque ayer tuvo a tantos periodistas de variadas nacionalidades a su lado que no lo habría conseguido ni la mejor de las estrellas de la Juventus, concentradas a muy poca distancia. El Tour descansó ayer en el Piamonte y hoy regresa a sus orígenes franceses a través de la cruel Lombarda, el puerto más difícil de esta grande boucle.

La lesión de Pereiro

Sastre afronta esta etapa y la de mañana, la jornada reina del Tour 2008 con el Galibier, la Croix de Fer y Alpe d´Huez, como si fuera una contrarreloj de dos días. "Porque en estas dos jornadas debo sacar tiempo a los especialistas contra el cronómetro. De lo contrario poca cosa podré hacer para ganar el Tour", dijo ayer el ciclista español del CSC.

Apenas le separan 49 segundos en el pañuelo que se ha cerrado entre los seis candidatos que pelean por la victoria final. Hace dos años estuvo tan cerca que llegó a situarse a 12 segundos de Oscar Pereiro, quien ayer fue evacuado en un avión a Vigo. Adiós a los Juegos de Pekín --Sastre le sustituirá-- y a la Vuelta por su fractura del húmero de su brazo izquierdo.

"No soy brujo ni leo el futuro, pero la victoria no es imposible. Dependerá de lo que pueda hacer en estas dos etapas. Pero si yo no gano el Tour me gustaría que lo hiciera mi compañero Frank Schleck", afirma el bravo ciclista abulense. El CSC, como un director de orquesta, enseñará la batuta y todos los rivales, ninguno con equipo, deberán moverse al compás de su música. "Publicitariamente a mi equipo le resulta más rentable la victoria de un ciclista de un país como España, con 45 millones de habitantes, que no de Luxemburgo, con 350.000 personas. Pero si me flaquean las fuerzas no pondré ninguna objección en ayudar a Frank". Pero él quiere pelear por el triunfo porque la idea de volver a ser cuarto, como el año pasado, no le entusiasma.