Pues yo tengo que decir la verdad. Y no engaño a nadie. No creo que mi compañero Valverde haya hecho una mala contrarreloj. Y lo voy a explicar con aspectos técnicos para que lo entienda la gente. Valverde pesa 63 kilos, es un ciclista ligero y no tiene ni mucho menos el cuerpo, por ejemplo, de David Millar o Fabian Cancellara. El puede destacar en contrarrelojes de terreno irregular donde las previsiones indican que la media nunca será superior a los 45 kilómetros por hora como sucedió en el Dauphiné Libéré. Pero en un trazado, como el que nos encontramos ayer, rápido, propicio para ciclistas más corpulentos, a Alejandro le resulta imposible por su envergadura tan fina llegar a los 50 por hora, que era el promedio estipulado para la etapa de hoy y que casi ha alcanzado Stefan Schumacher.

Además, si Alejandro hace solo 20 segundos menos ahora estaríamos diciendo que había ejecutado una contrarreloj genial. De hecho ha estado en los tiempos de la mayoría de contrincantes que aspiran a la general si exceptuamos a Cadel Evans.

Era un trazado sin apenas repechos y que te obligaba a pedalear constantemente, si se exceptúan las rotondas. En mi caso, acabo de descargar en el ordenador los datos del pulsómetro y he ido durante toda la etapa a un promedio de 182 pulsaciones por minuto. Ello quiere decir que no he tenido prácticamente un metro para recuperar, lo que demuestra el desgaste por el que hemos pasado todos los participantes. Quien sí me ha decepcionado ha sido Cancellara puesto que por la mañana, al inspeccionar el trazado, me he dicho a mí mismo que nos iba a sacar un minuto extra a todos. No sé lo que le habrá pasado. Lo importante para Alejandro y para mí es que hemos salido vivos de esta contrarreloj. Además, ahora, tendremos que dar un poco menos la cara que cuando llevábamos el amarillo, lo que no está nada mal.

*Excampeón del Tour.