Hace tiempo en que las aceras dejaron de ser lugar en el que gente de todas las edades caminaran libre y despreocupados por la calle. En esa época dulce y no tan lejana, a quienes paseaban por la acera, lo peor que les podía ocurrir es que, por ir cabizbajo o pensativo se diera contra otra persona más o menos en sus mismas circunstancias. No más. La gente iba por la acera conversando, relajados de sus asuntos. Las aceras incluso servían de espacio lúdico para los niños que la utilizábamos como campos de fútbol para el juego las chapas, para jugar a los cromos, para el catre, la taba, tres en raya, etc. Los niños nos sentábamos en la acera -al sol o a la sombra en función de la época- para adentrarnos en las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín, del Capitán Trueno, del Jabato, de los traviesos Zipi y Zape... Las aceras eran un lugar de esparcimiento, de ocio.Hoy, las aceras son una autentica selva, un auténtico peligro. Caminar por ellas nos exige un grado de concentración similar al de un conductor de un vehículo. Hemos de ir pendientes del goteo de los aparatos de aire acondicionado, de los jóvenes y sus veloces e incontrolados patinetes, de los ciclistas que huyen de la calzada donde son débiles y se adueñan de las aceras donde son "depredadores". Hemos de ir con ojo avizor para poder esquivar las materias fecales de los perros, no recogidas por sus incívicos dueños, para no tropezar con motos de grandes cilindradas, o no tan grande, o con los taburetes y mesas instaladas por los dueños de los bares para relax de sus clientes fumadores. Ni que decir tiene que las barreras descritas se convierten en muros insalvables para las personas con movilidad reducida. ¿Qué les queda? ¿Los parques públicos? Más de lo mismo.Algunos ciclistas convierten las aceras en circuitos y utilizan a los peatones como conos a esquivar. Los hay que son "prudentes" y te advierten de su presencia al son del timbre, si no te apartas –a veces porque no puedes- hasta te insultan. He llegado a pensar que sería más seguro circular por la calzada en sentido contrario a los vehículos -los veríamos de frente- que por la acera. Al menos conseguiríamos concienciar a los responsables de haber convertido las aceras en una auténtica selva donde impera la ley del más fuerte en este caso -los ciclistas- y -¿por qué no decirlo?- de algunos usuarios la de los ciclomotores. Después, ya más sosegado, pienso que sería suficiente imbuirse en un mono de trabajo para despreocuparnos de los roces de las ruedas de las bicicletas, que no matan, pero manchan. Y si uno no puede ir bien vestido y limpio por la acera... Los niños hoy van por la acera sometidos a constantes peligros. A los coches de bebé habrá que ponerles paragolpes y alas, ya que entre los vehículos que estacionan en las esquinas impidiendo el paso a estos cochecitos y los peligros constantes de los patinadores y de los ciclistas, ya me dirán Vds. por dónde han de circular.Los carriles bici están infrautilizados cuando no convertidos en velódromos. El ciclismo como modalidad deportiva no se debe practicar sobre los carriles bici. ¡Claro que soy partidario de los carriles bici! ¡Por supuesto que lo soy! De lo que no soy partidario es de hacer de las aceras carriles bici. Las aceras son para pasear moderadamente despreocupado, para los niños, para los coches de bebé, para las personas mayores, para aquellos que sufren movilidad reducida. Las aceras, desde luego, no son para las bicicletas. Sí, ya lo sé, se dictarán normas. Normas que nadie va a cumplir y todo seguirá de mal en peor.Si las bicicletas invaden las aceras, ¿tendremos que ocupar la calzada?