Todo parece cambiar en la toma de decisiones de los ciudadanos, cuando lo que se pretende es elegir a la persona más adecuada para regir los destinos de su ciudad; por lo menos en Canadá.

Me refiero a Rob Ford, actual alcalde de Toronto, quien se ha jactado ante los medios de comunicación, de haber fumado ‘crak’, haber comprado drogas y conducir ebrio en su periplo como regidor de los destinos de la gran urbe.

Por otro, lado la policía de la ciudad le vincula con borracheras, conducir ebrio, maltratar a su esposa, y de frecuentar a delincuentes y prostitutas en sus ratos de ocio. Una encuesta realizada en la ciudad de Toronto, dada a conocer en estos días, nos dice que, un 33 % de los habitantes votaría de nuevo al señor Ford.

Esto nos delata que, un tercio de la población ya no apuesta por aquel arquetipo de persona, donde tener temor de Dios, respetar a su mujer, procurar no beber alcohol, cuidar su salud haciendo deporte y mantener el peso adecuado para estar en forma, ya no es necesario.

Men sana in corpore sano, no parece ser el factor principal que debe reunir la persona preferida por ese porcentaje de ciudadanos que le apoyan. Quizá consideren que, para solucionar los graves problemas de su ciudad, hay que vivirlos desde el meollo de la cuestión, y aplicar la máxima de: hay que tener amigos, hasta en el infierno.

Así, se controlarán los fuegos que avivan la lujuria en la ciudad; nada favorable (parece) para los designios de una buena gestión municipal; que bien merecen sus ciudadanos.