Qué difícil es optar por aquella decisión política (hilo conductor del futuro del destino) que coincida con tu manera de apostar por la convivencia humana. Todos aquellos que intervenimos en ello, creemos tener parte de razón en la unida de destino; pero, nada tiene que ver con el resultado final.

De nada vale arrepentirse una vez elegido el camino. El mercado de valores (al margen de lo económico) de los sentimientos humanos, fluctúan en sentido inverso a todo lo que se postula a través de la variopinta convocatoria de premios (con interés económico) en nombre de la paz en el mundo. Falso.

Giramos (a la vez que lo hace el planeta Tierra) en sentido inverso a lo que individualmente pensamos; eso sí, sin reconocerlo. El último ejemplo lo tenemos en el atentado terrorista de Manchester. Niños (todavía en la edad de la inocencia) han muerto víctimas de adultos, que apostando por la atrocidad y no de la coherencia, tomaron esa irracional decisión.