Habrá quien piense que emprender una huelga de hambre por evitar la muerte de unos perros que nada han hecho para merecer la muerte motivada por criterios empresariales es una acción absurda e inútil. Unos simples animales, entienden, no justifican que alguien deje de alimentarse, de hecho la mayoría lo hace con ellos, y ponga su salud en peligro. Pero en un país como España, que va de "europeo" y con una ética del comportamiento hacia las especies no humanas tan raquítica, es necesario recurrir precisamente a algo así porque el resto parece no funcionar. Beatriz Menchén, en Getafe, no ayuna por capricho, sino que toma tan difícil decisión después de luchar infructuosamente por otros cauces "políticamente correctos", mientras nuestros mandatarios, en permanente estado de huelga de hambre de justicia, seguramente consideraban sus reivindicaciones la pataleta de "una loca más a la que le da por los perros" y miraban hacia otro lado confiando en que sus protestas no irían más allá. Se equivocaron.Y he aquí que ahora, cuando el apoyo social a Beatriz va creciendo, se despierta milagrosamente la sensibilidad contra la crueldad con los animales en estos dirigentes. Ellos, probablemente, lo harán por no perder votos, pero a esta mujer le mueven la generosidad y la compasión por las eternas víctimas de nuestra sociedad, las que sin voz propia apenas disponen de unas pocas ajenas prestadas. Esa es justamente la diferencia entre compromiso e hipocresía.Gracias Beatriz por tu valentía, una gratitud que no hago extensiva a unos gobernantes que si reparan en cierta medida el daño que habitualmente consienten y alientan, es solo porque un ser humano ha puesto en peligro su vida para ser escuchado, y eso, tan cerca de las elecciones, les resulta contraproducente. No se trata este aparente cambio de actitud de una "gestión adecuada de los recursos públicos en aras de un sistema social más libre, justo e igualitario", sino de cinismo en estado puro. Y así será en tanto en cuanto no se refleje en una ley de protección animal efectiva, sin excepciones y de ámbito nacional; ley que fue prometida, por cierto, en otra campaña electoral pero cayó en el olvido, jugando con la baza de que las víctimas, además de estar sometidas a la indefensión legal, no son capaces de presentar una denuncia o de acudir a un plató de televisión para hablar de su exterminio sistemático y autorizado.Y que nadie, empezando por mí, se sienta a salvo de responsabilidades. ¿Qué hacemos además de edulcorar nuestra sangrante indiferencia con una supuesta sensibilidad que se reduce a caricias y lágrimas? No hay político capaz de asumir la huelga de hambre de miles de ciudadanos y, tal vez, ese sea el camino abierto por Beatriz. ¿Lo recorrerá ella sola?