Coria está de fiesta y uno de sus “atractivos” dicen que son sus festejos taurinos inmemoriales. Festejos, que según la ordenanza que los regula, consisten en “actividades de carácter recreativo consistentes en correr, citar, conducir o torear reses bovinas de lidia según los usos tradicionales …”.

Pero dejémonos de florituras: estas “actividades recreativas” consisten realmente en el “disfrute” de los habitantes de este pueblo ante el “regalo” de 12 toros que el Ayuntamiento de Coria pone a disposición de los mismos para que, como “productos o mercancías no merecedoras de respeto ni protección”, los corianos puedan alardear de “valientes” mientras ejercen sobre estos animales toda clase de humillaciones, acoso y hostigamiento.

Y una vez exhibida su petulancia y cobarde bravuconería delante de toros que han sido golpeados, acosados y burlados, dejar el animal a manos del cazador que lo rematará a tiros sin la más mínima consideración. Ante eso, asombra ver cómo, para divertirse, los ciudadanos de esta localidad deban recurrir al maltrato cruel y despiadado de toros y no cuestionen la moralidad de sus depravados festejos taurinos.

Malo es que la “huella identificativa” de este pueblo sea la falta de respeto a los animales hasta tal punto que sus habitantes “suspiren y se desvivan, año tras año, por sus taurinas fiestas” esperando el regocijo que les proporciona ver como los toros son burdamente maltratados en sus ancestrales tradiciones taurinas. Triste, comprobar cómo la intención de los gobernantes y representantes políticos de esta localidad sigue siendo la de promocionar esas actitudes aberrantes entre sus vecinos, fomentando entre ellos de manera irresponsable la falta de compasión y el maltrato animal. Injusto y desleal, descubrir que la Ordenanza que regula estos festejos pretenda justificar esos actos de depravación como una forma de dar “culto al toro como animal sagrado”.

Espantoso, apreciar con qué desfachatez intentan mantener sus crueles tradiciones taurinas basándose en manidos, mohosos y polvorientos “testimonios documentales” que se remontan al s. XIII en los que efectivamente se aprecia la antigüedad y raigambre de sus crueles tradiciones. Documentos tan antiguos y patéticos, no lo duden, a los que podemos encontrar en los archivos de los tribunales de la Santa Inquisición sobre tormentos a reos y convictos, por poner un ejemplo. Pero para lo que no encuentro palabras es para describir la sensación que me embarga cuando leo en su Ordenanza que entre los principios que regulan estos festejos están “La ausencia de maltrato a los animales participantes” y “La dignificación de los espectáculos taurinos”.

Y es que cualquier cerebro evolucionado queda paralizado al intentar “digerir” semejante disparate: un insulto a la inteligencia propio de un cinismo macabro que sólo los habitantes de esta localidad han aceptado como válido sin cuestionarse el fondo de su absurdo discurso, pero ¿Acaso piensan estos señores que el resto del mundo admitirá como razonables tales “principios” cuando es evidente que toda la diversión del festejo gira en torno al maltrato del animal?. Por favor señores; que estamos ya en el s. XXI y el ser humano ha avanzado en muchos aspectos. Háganlo Uds. también para que Coria no quede en el recuerdo como uno de los últimos reductos de la sinrazón taurina española.