Los jóvenes, en este tiempo en el que vivimos, esperan ejemplaridad de los mayores, y especialmente también: • De los padres, de los educadores y de los que tienen una misión de gobierno. Esperan: • Honradez, coherencia, lealtad, firmeza, dedicación, transparencia, nobleza, fiabilidad, amabilidad, cariño, confianza, integridad, comprensión, responsabilidad Y hoy en este mundo, inmersos como estamos en la corrupción, inmersos como estamos: • En la deslealtad, en la mentira, en la codicia, en la trampa, en el vicio, en el afán por el dinero y el poder: o ¿Cómo podemos educar a nuestros jóvenes?

Los jóvenes pronto se dan cuenta de los escándalosos defectos, y de los vicios malsanos y frecuentes de sus mayores; y por lo tanto nuestras malas actuaciones, generalizadas en tantas ocasiones, serán para ellos ocasión de escándalo, o un motivo para no creer y desconfiar de los mayores y de las normas que les queremos imponer.

Hoy por desgracia la sociedad ofrece a sus jóvenes escasas posibilidades de educación dado el alto nivel del mal ejemplo; ese mal ejemplo que está tan extendido y que por ello tanto mal hace a nuestros jóvenes. ¿En quién se pueden fijar hoy nuestros jóvenes?: • ¿En sus padres? ¿En sus familiares? ¿En sus profesores? ¿En sus políticos? ¿En sus deportistas?... • ¿Cuáles pueden ser: sus líderes, sus maestros, sus modelos de conducta? Verdaderamente es una desgracia que en nuestra sociedad actualmente halla tan pocos ejemplos y tantos anti-ejemplos. Hay muchos degenerados que son insensibles al mal que causan a los jóvenes, pero a ellos eso les da igual. Y todos, unos y otros, ponemos excusas, nos justificamos, no nos hacemos culpables del mal que se ocasiona por nuestras actitudes negativas, por nuestra vida de espaldas al bien común y a la sociedad.

Por otro lado la televisión, los videojuegos, internet son frecuentemente un escaparate que nos enseña, y les enseña, una vida: lamentable, podrida y sin sentido. Con estos medios los niños y los jóvenes habitualmente aprenden poco bueno y mucho malo y muy malo. Por otro lado debido: • Al aborto, al hambre de tantas personas, a la falta de salud en tantos países, al incumplimiento de los derechos humanos, al terrorismo, a la violencia y a las guerras. Debido a esto, como digo, la vida es poco apreciada, más bien es despreciada, y eso ya desde ahora lo aprenden nuestros jóvenes; y en su día, por desgracia para todos, lo harán ellos, pues así se lo hemos enseñado. Y Jesucristo en el evangelio nos dice: • ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos niños¡ Por lo tanto es conveniente que rectifiquemos el rumbo de nuestras vidas; que vivamos más acorde con los valores que son vitales: para el entendimiento, para el respeto y para la convivencia; y que eduquemos poniendo en ello el alma. Vale la pena cuidar con esmero a la juventud: • Ellos son, y serán, nuestro tesoro y nuestro futuro.