Los autónomos y pequeños empresarios hoy están siendo criticados por sindicatos, partidos políticos, gobierno, oposición e incluso medios de comunicación porque, al parecer, están intentando evadirse de sus impuestos, lo que se llama “fraude fiscal”.

Yo me pregunto, ¿quiere el autónomo no pagar sus impuestos? ¿Por qué hace unos años pagaba puntualmente? ¿Será que ahora no es que no quieran, sino que no pueden? ¿Se verá obligado el autónomo elegir entre pagar sus impuestos o sobrevivir como empresario? Todos estos interrogantes, nos obligan a una reflexión sobre la situación del autónomo y el pequeño empresario.

La crisis, que, por cierto, no padecen políticos y sindicalistas ha puesto a la pequeña empresa contra las cuerdas y, o cierra y la liquida, o toma posiciones indeseadas como es la de “trampear” para sobrevivir aun a costa de estar demorando su agonía.

El sistema impositivo español, central, autonómico y local está basado en que la empresa pague los impuestos aunque ella no los cobre y, en la mayoría de las veces, de facturas pendientes de la propia administración e instituciones que materializan el cobro del impuesto. Ni siquiera se permite la compensación entre el impuesto a pagar y la factura pendiente de pago por el propio ayuntamiento o institución: tú, como empresario, paga en tiempo y forma y, si no lo haces, a reclamarlo vía ejecutiva y con recargo; pero que al empresario no se le ocurra utilizar la ley de morosidad para cobrar a la administración porque le colocan el cartel de no grato para volverlo a contratar.

Es esta y no otra, la situación del autónomo y la mini-empresa, y es por ello que se ve obligado a defender la supervivencia de su único puesto de trabajo en caso del autónomo, y el de cuatro o cinco puestos de trabajo, en la mayoría de los casos familiares, en las mini-empresas. Se ven obligados a utilizar la economía sumergida, pagar los impuestos mínimos y en el más largo plazo, en definitiva, supervivir a estos tiempos de crisis quienes son los únicos que la sufren, pues si bien es cierto que la crisis es para todos, no todos la soportan por igual. Así, por ejemplo, los políticos siguen con sustanciosos sueldos y otras prebendas -de los sindicalistas para qué hablar- los funcionarios tienen una seguridad jurídica envidiable, los pensionistas se van arreglando, los parados viven en vilo y expectantes, y los autónomos y mini-empresarios, como antes se comenta, haciendo filigranas para supervivir pero no defraudando fiscalmente porque sí, como se quiere dar a entender, como si fueran ellos los que tienen la culpa de que el estado y autonomías no recauden.

El autónomo y mini-empresario, además de ser los verdaderos motores de la generación de empleo en épocas de normalidad, son los mejores y más puntuales pagadores de impuestos, seguros sociales, salarios y de cualquier otro pago que sea necesario para el funcionamiento de su empresa. ¿Por qué ahora se escabullen? Pregúntenselo ustedes a quienes marcan las reglas del juego, es decir, políticos y sindicalistas bien pagados que ajustan la economía de los demás pero que a las suyas que ni se las toquen, y que son quienes no son capaces de acabar con la crisis porque a ellos, ni tocarlos.