Sin duda en ello se ha convertido la garcilla bueyera (bubulcus ibis), a la hora de calificar a una de las especies más frecuentes en nuestros entornos naturales. Este ardeido, basa su nombre a su costumbre en el Africa Ecuatorial donde se le observa casi continuamente subida en los lomos de los enormes paquidermos, lo que traducido a estas latitudes en muchas ocasiones lo hace sobre las espaldas de nuestro ganado vacuno. Una de sus facetas principales es su sociabilidad, hay están sus puestas y dormideros comunales, las llamadas asambleas, que se encuentran normalmente en grupos de árboles aislados y apartados, muy frecuentemente en islas de nuestros numerosos embalses, todo ello debido a su seguridad. A pesar de ello no dejan de ser habituales los cambios de ubicación de los mismos, sobre todo y como es lógico de dormideros, todo por las molestias y peligros de posibles depredadores, así como de personas, con su presencia casual o lamentablemente intencionada en muchas ocasiones. Como ocurre con otras muchas especies de nuestra fauna se le conoce según las diferentes regiones con otros nombres como el de espulgahueyes, receñiros o garrapateros. No sobrepasa el medio metro y su peso está entorno a los 400 gramos, con la característica de tener un plumaje totalmente blanco en invierno, siendo ocráceo en el periodo nupcial, donde sus picos y patas también se vuelven de un tono anaranjado, como simples datos de identificación. Aún considerando que mi protagonista, no se trata de una especie cinegética, me gustaría comentar algunas cuestiones al respecto relacionadas con esta abundante ardeida. El motivo no es otro que la existencia de practicantes al deporte de la caza, que relacionan a este ave, con daños importantes relacionados con dicha práctica a nivel de depredación de huevos y pollos de especies catalogadas como cazables, la mayoría quizás, aunque en todo hay excepciones, por una sana ignorancia sobre la vida de esta pequeña garza a la hora de cuantificar dicha importancia. Ni mucho menos la mayoría del colectivo, así como sus numerosas sociedades, que nunca se han hecho eco que me conste de tal hecho de forma relevante. La garcilla bueyera sobre todo en las últimas dos décadas es mucho más abundante y lo más importante mucho mas ampliamente distribuida por casi todos los distintos tipos de ecosistemas. Algunos muy diferentes a los característicos de la misma, como siempre han sido zonas de marismas, y todos los relacionados con cursos fluviales y humedales. Dicha circunstancia tiene mucho peso por lo llamativo de la misma en la consideración del apreciable número existente en nuestros campos, una realidad sin duda incuestionable. Y no crean que es una exclusividad de la península ibérica, aunque no se asocia equivocadamente a la misma. Se encuentra en todos los continentes menos en la Antártida, así como en un gran proceso de expansión. En España se estiman más de 70.000 parejas reproductoras, siendo la mayor población europea y dentro de ella sus mayores efectivos se encuentran en las comunidades extremeña y andaluza, sin duda debido a sus excelentes condiciones ecológicas para la especie. Mucho tiene que ver su rápida reproducción, teniendo la mayor tasa de natalidad en el mundo de las garzas, incluso llegando a contar hasta con la posibilidad de un segundo periodo reproductor anual. (*) El autor es técnico en Gestión de la Fauna y de Espacios Naturales. Jerez de los Caballeros