Llevaba algún tiempo sin aparecer en las noticias Pajín, la hija de la tránsfuga, y se ha sacado de la manga un tema que ya su antecesora, la también irrelevante Trinidad, había empezado. Y ahora, como si fuera de Pajín el tema, se le ocurre la intención de impulsar la prescripción de productos genéricos en lo tocante a sanidad. Sus compañeros de partido lo celebran como si hubiese descubierto la luz y se tienen que dar cuenta que su antecesora en el cargo intentó propulsarlo, para intentar ahorrar algo como en Galicia. Es natural. Allí saben hacer las cosas. En este gobierno desde el 2004 no saben hacer ni qué hacer. Y no se ha dejado asesorar por la Comunidad Gallega. Esta ministra, empecinada ella, no admite enseñanzas. Ella sabe más y mejor que nadie lo que se ha de hacer, y lo que hace es el ridículo más grande que persona alguna se pueda imaginar. No acepta el sistema de la Junta de Galicia. Pero no desesperemos, que el próximo gobierno, que será el del Partido Popular manque le pese a Pérez y demás, lo arreglará ya que los ministros que han estado y están en el actual gobierno no cabrían ni como subnos [sic] en cualquier otro en el que primara la sensatez y los conocimientos. Pajín intenta ser la figura de este debate, que es proporcional a su falta de ideas, iniciativas y liderazgo para sacar del atolladero en que la metió su Ejecutivo, a la Sanidad. Presenta un pegote para salir este año del paso, de la forma que sea, pero a costa de los laboratorios y farmacias, y como es lógico se habrán de retocar los precios, que equivale a manifestar que los actuales estaban mal concebidos. ¿No sería mejor dedicarse a acortar las esperas en los hospitales y quirófanos? Médicos hay. Solo hay que encender la bombilla que Sebastián ha regalado.