Tal como Rodríguez y sus más que inútiles ministros han dejado -y lo que te rondaré morena- a España, lo honorable, lo leal, lo decente y lo normal, hubiera sido convocar elecciones tiempo atrás. La egolatría de la que hacen gala, menos cuando se ven sueltos de la mano del jefe -en este caso Pérez- es para plasmarla en el Guinness. Parece mentira que con la situación de la que no han sido capaces de sacarnos -ni lo serán, y ya puede decir el candidato que sabe cómo crear empleo-, en la que nos han sumido, y la pobreza a la que nos tienen sometidos en las diferentes comunidades, no las hayan convocado. Pérez, no sabe lo que se dice. Están viendo sobre todo la esencia de Hacienda, esa Salgado que nos ha dejado atónitos al decir que Italia saldrá sola, pero con la ayuda de todos, que no saben de cosas de gobernación, ya que la pifian en cuanto dicen o hacen algo. Incalculable el valor que tiene esta sentencia salgadiana. Cuando cada uno de esos ministros de tómbola dice una sentencia, es para implantar una nueva Gramática Española. No obstante, haciendo gala de una paciencia sin límites, hemos de acordar que el ministro de las bombillas y corbatas fuera –Sebastián, para más señas- le dijo a su jefe de filas, Rodríguez, a micrófono abierto, que no se preocupara, que en dos días le enseñaba contabilidad. Ha debido ser un curso tan rápido que, una de dos, o el maestro es malísimo, o el alumno es un zoquete. Creo que las dos cosas son verídicas. Pruebas son amores. ¿A qué esperan para proceder a convocar elecciones ya? No pasa nada porque se hagan, señores del gobierno, de verdad. No es ninguna vergüenza. Solo que por lo que han hecho con el dinero de los españoles en todos los ayuntamientos, según se está demostrando, a lo mejor les cae un marrón de armas tomar, y se lo merecen. No les quepa la menor duda. No tuvieron en cuenta de eso que se dice: cuando las veas llegar, déjalas pasar, y si te mean encima, di que llueve. Se creyeron superhombres y se lo siguen creyendo, pero resulta que no sirven para nada. ¿Cómo se va a restituir el dinero que se ha esfumado en quién sabe dónde?