Los implicados vericuetos en la aplicación de las leyes, de forma ecuánime y contundente, por parte de jueces y magistrados, puede llegar a provocar ‘movimientos sísmicos’ en los pilares donde descansa la corruptela de una trama consentida, engreída y prepotente, que durante muchos años ha anidado dentro del poder.

Tildar de ‘timorato’ a un juez, es el colmo de la provocación y la jactancia más sibilina. Como ha ocurrido en las declaraciones que el señor Bárcenas ha hecho del juez Pablo Ruz, por no dar opción a la excarcelación y dudar sobre el riesgo de fuga existente en este caso.

Los argumentos y pruebas que presenten las partes, en un hecho judicial peliagudo, como así parece el ´caso Bárcenas’, queda (sumariamente) en manos de la justicia que sea capaz de administrar un juez, que se ha visto bombardeado por todo tipo de embustes, patrañas y argumentos enrevesados, para destapar a aquellas personas que se han querido mofar de las leyes; habiéndose ofuscado por conseguir engordar, a toda costa, las arcas de su propia avaricia. Claro está, con el dinero que no les correspondía, según la propia investigación en curso.