Lunes, 8.00 de la mañana, llegada a la residencia San Pedro de Alcántara con la hora medida para tu cita con el médico, visitar a un familiar o simplemente a tu lugar de trabajo. Afortunadamente, además del minúsculo aparcamiento que ofrece la residencia, hay una zona despoblada enfrente con numerosas calles y abundante aparcamiento (según la hora). Pinta bien, pero últimamente eso se ha convertido en pura ficción.

La mafia internacional de 'gorrillas' ha invadido la zona, aprovechándose del asfalto publico. Ese desfile heterogéneo de individuos de nacionalidad rumana, árabe, etnia gitana, o incluso extraños señores mayores que te saludan alegremente cuando te ven pasar desesperado/a por encontrar un hueco donde depositar tu vehículo.

Ellos tienen la solución: por alguna extraña clausula de adquisición de la propiedad pública, se han hecho los dueños del asfalto por lo que, junto con sus imprescindibles indicaciones para maniobrar (imprescindibles porque, a pesar de ir conduciendo, deben pensar que hemos conseguido el carnet en una tómbola y no podemos aparcar sin su ayuda) y el módico precio de la voluntad, podrás aparcar en su “zona gorrilla”.

Con el pago de la tasa, además disfrutaras de la tranquilidad de saber que encontrarás tu coche en las mismas condiciones que lo dejaste ya que, y aquí viene el problema, rehusar al pago de tan inestimables servicios puede acarrear encontrarte con una o varias ruedas pinchadas, un retrovisor roto o un bonito grafiti hecho con una llave en la chapa de tu coche.

La situación alcanza ya el nivel de vergonzosa, con el crecimiento de las áreas de zona azul, los parking de pago y ahora la invasión de estos individuos.

La indefensión a la que se enfrenta el ciudadano es total, no se ve ninguna actuación policial ni vigilancia ante esta actividad ILEGAL, y de sobra manifiesta, ya que se pueden llegar a ver hasta 6 o 7 de estos buscavidas a lo largo de la calle; ni tampoco se puede exigir ninguna responsabilidad ya que es difícil demostrar que ellos causan los desperfectos.

Creo que los ciudadanos de a pie tenemos suficiente con pagar nuestros impuestos de circulación como para que alguien venga a cobrarnos siquiera un mísero céntimo por aparcar en la calle, que se ha trazado y asfaltado también con el pago de nuestros impuestos. Resulta necesaria una actuación inmediata, por parte del ayuntamiento y la Policía Local, que consiga erradicar esta invasión de esta zona, que además es especialmente sensible al tratarse de un recinto hospitalario.