Está siempre en mi memoria. Nunca olvidaré la primera vez que, con la ayuda de una pequeña lente de aumento (una lupa), conseguí concentrar la energía de un rayo de sol sobre un trozo de papel, hasta el punto de prenderlo y hacerle arder. ¡Magia! pensé yo. Mi cerebro infantil así lo interpretó. Como en cualquier cuento para niños, pienso a veces, cómo poder concentrar esas fuerzas positivas de nuestra mente y proyectarlas, con toda su energía, sobre cualquier pantalla gigante. Puede que, en este caso, la magia se convirtiera en la solución contra esos males negativos que nos hacen la vida más difícil. La magia es la ilusión con la que todavía podemos soñar.