No ha mucho, en tiempos del pésimo gobierno que comandaba el más que inútil Rodríguez, ayudado por el no menos inútil personal del que se rodeó, hubo un ministro, de ojos semi cerrados, taimados, como de serpiente, y de lengua bífida y venenosa, hubo una sonada y célebre huelga de controladores aéreos, la cual cortó de raíz el ministro de Fomento de esos años, militarizando a todos los del colectivo, con amenazas que rayaban, casi, en el traslado a la tundra Siberiana si incumplían la tajante orden de acudir al trabajo, sin contemplaciones dinerarias ni familiares.

Así lo atajó el gobierno dictador, que no demócrata, de aquéllos años. Ahora hay una huelga super grande, que atormenta a los ciudadanos: la de sanidad. Todos los días están de romería, según los reportajes que se nos enseñan. No atienden a los enfermos, y si aseguran que los enfermos están bien atendidos, entonces es que todo ese personal que no está en sus puestos de trabajo, y se permite el lujo de estar en la calle, es que sobra, de donde es menester que haya una administración como Dios manda.

¿Por qué no toma excelente nota el Gobierno actual, que recordémosle que le hemos concedido mayoría absoluta para hacer y deshacer a su gusto, pero con ecuanimidad, y militariza a los recalcitrantes huelguistas de toda índole, (la huelga de la televisión, tiene fácil solución: cerrar la cadena a perpetuidad, ya que somos muchos los que la hemos quitado de nuestro televisores) que no quieren entrar en razón, y que se toman las huelgas en plan de juerga, o por lo menos es lo que se ve mientras cantan, bailan, ríen como si estuvieran de romería, sin importarles el mal que hacen al resto de sus conciudadanos? Si lo hiciera, otro gallo cantaría.