Aprecio mucho el camino que, lentamente pero con pasos firmes, está emprendiendo la Agrupación Musical Albéniz de A Coruña, hacia el incremento en la calidad de las piezas musicales seleccionadas y el afán de montar espectáculos poético-musicales, como el que presencié este sábado, por la mañana, en la Casa Picasso. Fue todo un éxito, con el aforo completo, a pesar de la hora en que tuvo lugar, y entiendo perfectamente que así haya sido.

La Agrupación existe desde hace muchos años, presume de ser la más antigua de España, dentro de la llamada “música de pulso y púa”. Ha tenido que evolucionar y yo, que soy una fiel seguidora suya, me alegro de ver que, en sus últimos proyectos, están uniendo dos artes: la música y la poesía. Yo amo a las dos, y, por ello, no puedo evitar sentirme feliz de que haya un grupo en mi ciudad que se atreva ante semejante reto. Gracias a uno de los músicos, Jesús Garabato, arreglista del espectáculo y encargado de hacernos vibrar y sentir con sus dotes como recitador los versos de Pessoa, Alberti o Manuel María (por poner algunos ejemplos) perfectamente engarzados, cual delicado encaje, con la música de épocas tan dispares como el Barroco o el Renacimiento, y haciéndonos viajar por Brasil, Argentina o España, sin movernos del asiento, y reviviendo sus culturas. En el público había niños muy pequeños que disfrutaban igual que nosotros.

Aprovecho para decir que otra iniciativa interesante de esta Agrupación es que han creado una Escuela de Música, dirigida a los más pequeños. Pretenden enseñarles a descubrir la bandurria o el laúd, que son tan desconocidos para las nuevas generaciones. Ojalá que los proyectos musicales y educativos de la Agrupación tengan mucho éxito y se prolonguen en el tiempo. Surgirán dificultades, seguro, pero si siguen unidos y con el amor por la música que les caracteriza, no habrá nada que les arredre.