El 16 de abril de 2016 el Santo Padre ha realizado una histórica visita a la isla griega de Lesbos, en Grecia, donde se encontró con cientos de personas en uno de los campos de refugiados.

Los refugiados proceden de: Irak, Afganistán, Siria, África… y de muchos más países. El Papa ha saludado a unos 300 de estos prófugos, uno a uno, poniendo en ello amor y ternura. Junto a él estaban el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Arzobispo Jerónimo.

Los tres unidos como signo de la unidad en la caridad de todos los discípulos del Señor. El Santo Padre nos dice: • “Muchos de ellos eran niños y algunos de ellos, con inmensa tristeza y desaliento, y con el corazón roto, han asistido a la muerte de sus padres y compañeros”.

Francisco narró con especial detalle, y muy afectado, el caso de un refugiado que le contó su dramática historia: • "Quiero contar un caso particular, de un hombre joven, no tiene ni 40 años. Lo he encontrado ayer con sus dos hijos. Él es musulmán y me ha contado que estaba casado con una chica cristiana. Se amaban y respetaban ambos, pero por desgracia esta chica fue degollada por los terroristas porque no quiso negar a Cristo y abandonar su fe. Es una mártir. Ese hombre lloraba mucho”. Y en el vuelo de regreso a Roma, con desaliento, confesó a los periodistas: • “Hoy, de verdad, daban ganas de llorar". • Considero que ha sido un "viaje muy, muy triste" por la dramática y tremenda situación de los refugiados. Y, continúa Francisco. Traje unos dibujos para mostrárselos: • ¿Qué quieren estos niños?: Paz. • ¿Qué han visto estos niños?: o Este es un dibujo en el que se ve a un niño que se ahoga. Esto lo tienen en el corazón. o Hoy, lo reitero con profunda emoción, he tenido ganas de llorar. Y, Francisco nos enseña otro dibujo: • Uno dibujó al sol llorando. ¡Recuerdan esto! Pero si el sol es capaz de llorar, también a nosotros nos hará bien una lágrima. Y para terminar esta cadena de emociones: “Las más duras lágrimas”. • Fueron durante su visita al Campo de Refugiados de Moria, una niña conmovió al mundo con sus lágrimas.

En cuanto tuvo al Papa cerca se postró a sus pies y estalló en un profundo llanto. El Papa la levantó y trató de darle consuelo mientras escuchaba el desgarrador relato de su familia. Y Francisco, al final y abatido, nos dice: • “Hoy ha sido el viaje más triste y difícil que he realizado”.