Desde 1970 se han aprobado en España doce leyes orgánicas sobre educación.

El Plan Bolonia es la décimosegunda reforma del sistema educativo español. Y ahí seguimos, con los mismos problemas y dificultades que siempre.

El sistema político español aún no se ha enterado que no es cuestión de hacer cuantas más reformas mejor, sino que es cuestión de tener personas comprometidas que enseñen a los jóvenes de forma amena, clara, sencilla, explicativa y contundente. Seguimos siendo la cola de Europa, y no se prevé una mejora.

El plan Bolonia parecía la salvación. Una salvación que para muchos licenciados ha sido su peor pesadilla más de una noche. Ahora resulta que nos queremos poner a la altura de los países europeos, y claro, no tenemos en cuenta las deficiencias de nuestro sistema.

¿Pero eso qué importa?. Lo realmente importante es tener prestigio en el exterior y aparecer en la lista de los países que se suman a la reformas. ¡Qué modernos somos!. Los estudiantes somos los perjudicados en todas estas reformas.

Cambian cuando empezamos a adaptarnos a la anterior reforma, y al final, acabamos fracasando en la actual. Bolonia no es lo que parece, no nos engañemos. Aquí prima el gran esfuerzo del estudiante, la cantidad de trabajos y la falta de compromiso y dedicación de muchos catedráticos. Que no nos engañen con eso de que es una vía práctica para que el estudiante sepa manejarse por el terreno laboral. Por que no.

Más bien es la vía fácil que está facilitando la labor de muchos profesores. Con todo esto no quiero criticar la labor de todos los docentes, porque realmente hay quienes viven por su trabajo y se desviven por enseñar.

Pero por desgracia no son todos los casos, y muchos de ellos, quedan bastante por desear.

No pretendo más que informar de lo que realmente está ocurriendo en las universidades. Y lo cierto es que este sistema educativo no está dando su fruto, y mucho menos, a esos licenciados que ahora tienen que ponerse a estudiar más asignaturas para que su título tenga validez. Y es que cuando las cosas se hacen mal desde el principio, las consecuencias nunca podrán ser buenas. Es mejor ser cola de león que cabeza de ratón.