Ya hemos logrado entre todos que el corto de luces, Rodríguez, haya desistido de seguir haciéndonoslas pasar canutas. Entre los avisos en las informaciones mediáticas y su partido se le ha encendido el farol que lleva dentro de su cabeza y ha visto que lo mejor es no repetir. ¡Loor a los hados! Pero nos queda aún un año en el que, según su trayectoria, nos va a apretar el cinturón bastante más de lo que pensamos, por desgracia. Ya tenía pensado, cuando le encumbraron por accidente, en que se tenía que rodear de personas anodinas y con un paupérrimo historial político, y con escasas luces, si quería sobrevivir en el cargo, para que le arroparan, y así él se vería fijo en la poltrona, ya que le deberían pleitesía, como así ha sido, y ninguno ha osado, presuntamente, decirle que estaba errado totalmente en su política económica. En las otras también. Su mandato ha sido una cordillera de fallos a cual más nefasto, en lo tocante a economía, por no hablar de política exterior. Ha dejado, y esperemos a ver, a los españoles en la indolencia más grande que jamás hayamos tenido, pero ha situado, económicamente hablando, a sus palmeros con dos o tres salarios enormes, y a los cuales ninguno renunciará sabiendo que dejan una estela de cerca de cinco millones de parados. Lo que más molesta es que se va a ir del cargo tranquilo y con una situación que nunca se podía imaginar, al lado de su ex palmera mayor De la Vega, hija del falangista camisa vieja, alto cargo en el ministerio de Trabajo y fiel ayudante de Girón, Don Wenceslao... En Islandia, por cosas así se han llevado a los tribunales al Primer Ministro y otros culpables. ¿No se puede hacer aquí lo mismo con todos esos que nos han hundido?