Que hayan pasado 400 años desde la muerte de Cervantes -ocurrida el 22 de abril de 1616- y sigamos conmemorándolo, es un hecho que nos honra. Para esta ocasión, ha aparecido un interesante portal digital: 400cervantes.es -les sugiero que le echen un vistazo-.

Además, se multiplican los actos cervantinos, por el mundo. Me gustaría señalar que el insigne escritor, tanto genera admiración como recelo, en los potenciales lectores. Muchos jóvenes -sobre todo- huyen de “El Quijote” por considerarlo “insufrible”, sin leerlo. Algunos sólo se atreven con ediciones modernizadas y, si puede ser, prefieren leer sólo el resumen de la obra. Esto me parece una aberración. Opino que cualquier creación literaria debe ser leída en su versión original.

En el caso de Cervantes, para salvar la distancia temporal, las ediciones han de contener aclaraciones de términos arcaicos y en desuso. Por más relecturas que haga de “El Quijote de la Mancha”, nunca dejará de sorprenderme. Tanto me provoca risas como reflexiones profundas. Me traslada a los Siglos de Oro y, sin transición, me sitúa en la rabiosa actualidad, con sus conceptos, precursores de la narrativa moderna. Es un verdadero compendio del buen hacer literario de un visionario, un adelantado a su tiempo y, por ello, se entiende que sigamos homenajeándole, en pleno siglo XXI. Ojalá aumente el número de conocedores de Cervantes, más por haber leído sus obras, que por el mero hecho de oír hablar de él.