Llega el momento de una de las decisiones más trascendentales para encarrilar el ‘futuro’ de los jóvenes que comienzan sus estudios en la universidad.

Son cientos de análisis, los realizados por los distintos medios especializados, de las carreras con más salidas dentro del voluble mercado laboral. En España, las más demandadas son: ADE, Ingeniería Industrial y titulaciones de la rama técnica.

Pero, a las de Arquitectura, Medicina o Magisterio..., hay que añadirles inexorablemente el idioma inglés, alemán, ruso o chino. Pues gracias a la indiscriminada guadaña utilizada por los poderes públicos, han quedado relegadas a la emigración. Como dato estadístico, hay queda.

En los países emergentes hacia una cultura más próspera (como el nuestro), la decisión de asociar profesión con estudios, es más sectaria. Pasados unos años, aquellas demandas de entonces, se convierten hoy en un atolladero de personas sin futuro laboral; pues los mercados fluctúan hacia otros inescrutables sectores.

Si a esto, le sumamos que, muchos de los que eligieron qué estudiar, nunca congeniaron con el optado gran reto, el embudo de cualificaciones y profesiones se hace más estrecho. Con independencia del soñado futuro que todos imaginan, la elección de sus estudios, debería de consensuarse con ese sexto sentido que no se concreta en ningún libro de texto, y que sí está latente en el instinto natural.