Últimamente, y gracias a la caterva de superlativos/as ministros/as que tienen el honor de dirigirse al entusiasmado "pueblo", tengo ocasión de pensar en asuntos más importantes. Y es que el nivel de estupidez al que nos someten los medios de comunicación es tal que, de no existir, deberían re-inventarlos.Muy cierto es, también, que esto viene de atrás y de más allá del Atlántico que gracias a mis supremos conocimientos de geografía, ahora sí sé dónde queda. Recuerdo cuando los norteamericanos, ávidos de envidia hacia la pintura europea de principios del siglo pasado, decidieron reinventar los métodos clásicos y lanzaron algo así como el Studio69 del arte moderno: hombres de tanta valía como Pollock, Warhol o Basquiat pasaron a ser parte de la iconografía del Nueva York de la época. Eran tan atrevidos que los comparaban ahí estaba el meollo de la cuestión con el mismísimo Picasso, arguyendo que estaban no puedo dejar de reírme "superando la realidad".Fue una época extraña en la que los métodos compositivos clásicos parecían ceder terreno ante estas superlativas manifestaciones del espíritu humano. Estábamos los de "a pie" con nuestra sempiterna frase "esto lo hace mi hermano el retrasado" pero, claro está, no teníamos ni idea de las nuevas tendencias. Hasta la CIA que, no lo olvidemos, es la Central de Inteligencia estuvo involucrada en el asunto.Como artista y autor no plástico, desde luego todas estas personas que se atrevieron a hacer algo merecen el mayor de mis respetos. ¿No fue acaso Basquiat quien vendió en el Bronx sus lienzos a bajo precio para así ayudar a su antiguo barrio? Lo malo: los galeristas se enteraron, adquirieron las obras y vuelta a la especulación. La intención de Basquiat fue loable, pero se topó con el nudo corredizo del entramado de los galeristas de la época.Volviendo al tema, los EEUU de América ellos siempre dicen "de América", algo se me ha quedado pretendían reinventar un sistema de siglos en el que los autores norteamericanos tuvieran también su sitio. Quizás olvidaron que para que Picasso llegara a pintar de esa manera tuvo que existir un padre profesor de dibujo que le enseñase el clasicismo y a su vez le animase a pintar. Cuenta el mismo Pablo Ruíz que, ya en París, pasaba horas y horas en el Louvre, observando la técnica de los maestros. Picasso, finalmente, y partiendo del clasicismo más atroz, reinventó el propio clasicismo rompiendo y respetando las barreras del propio medio pictórico.Ejemplos de esto mismo hay en todas las artes. En literatura me temo que recurriré a mi bien-amado Joyce quien, partiendo directamente de la estructura griega, la da la vuelta para reconvertirla a los tiempos actuales.Hay, en todos ellos, una admiración por el pasado y, sobre todo, un respeto por los moldes que han formado la cultura occidental y no digamos si hablamos de los casos orientales, en los que el respeto es llevado a cotas cuasi-religiosas.Sucede en cambio, y precisamente en el período al que me refiero principios del XX que una nación creada hace relativamente poco tiempo pretende tomar el control del mundo y uno de los factores de control de la sociedad lo entendieron también así los alemanes y los soviéticos era influir en las personas por medio del arte y sus creadores. Aún hoy sobreviven algunos nombres que tratan de sacar la cabeza entre los medios de comunicación: reediciones de Kerouac y los beat, exposiciones itinerantes sobre el Warhol de turno o el musical americano, vendido en los teatros como "música clásica" me tiemblan las manos al escribirlo. Y lo cierto es que tienen éxito en la Vieja Europa. Los hay que leen a un tal Paul Auster quien, por cierto, bebe más de la literatura europea que de la norteamericana, a Mark Twain que si irónicamente no nació en Francia fue por casualidad, a Burroughs quien, claro, nada tiene que ver con Joyce, a Poe sin comentarios: hasta ambientaba sus obras en París, a Fitzgerald o a H. James con el claro poso del Lampedusa más conmovedor, Melville y su genial metáfora ¿el Pequod era inglés?… ejemplos miles y miles y no precisamente autores sin talento.Lejos de criticar a los autores de, a veces, obras geniales, sí es digno de reseña la tozudez de las autoridades sean quienes sean para preservar su política de estos genios, más preocupadas éstas en buscar una ideologización que una cultura verdadera.Me temo que ya soy demasiado mayor como para tratar de dar lecciones a nadie, y mucho menos en contra de los medios de comunicación que parecen copar y englobar las opiniones del colectivo votante.Desde luego, nunca he votado ni lo haré. Pueden criticarme.Sólo sé que hoy en día existen unas "cosas" llamadas "estudios de mercado" que alientan a las editoriales a publicar verdaderas estupideces para luego llamarlas bestsellers. Alguien me dijo esta mañana que el bestseller del año Los Hombres que no Amaban a las Mujeres tenía un anti-título porque superaba las cinco palabras dicen los americanos que para que sea un buen título no debe superar las cinco famosas palabras. Un éxito, precisamente, en contra de los estudios de mercado que dicen que hay que presentar una sociedad actual y coherente. Y es que precisamente quizá su éxito se deba a que plantea los asuntos más escabrosos en quizá la sociedad más pretendidamente limpia de Europa la sueca.Gracias a Dios, aún queda el espíritu de la esperanza para la literatura y para las demás artes, claro está, mucho más allá de las malévolas intenciones de los Estados modernos.http://www.martincid.com