Los “condenados” de Talaván, conocidos mediáticamente como los “ángeles malos” a raíz de que un popular programa televisivo inventara esta denominación, corren un serio peligro.

Se trata de unas pinturas murales que cubren la bóveda de la capilla del cementerio viejo de Talaván. La factura técnica es vulgar, pero cabe valorar su antigüedad (van camino de cuatro siglos) y, ante todo, su rareza, acaso sin parangón iconográfico.

Sobre un friso caligrafiado cuya leyenda hace referencia al sacrificio de Cristo, desfilan una veintena de figuras grotescas: los “condenados”. Sus alas nos quieren indicar que son almas; sus rostros horribles, de dientes afilados y expresión terrorífica, que estas almas pertenecen a réprobos con destino al infierno. Todas las cabezas visten unos gorros enigmáticos, de apariencia festiva, acaso a modo de capirote penitencial.

Un mural curiosísimo, en definitiva, digno de estudio, pero sobre todo digno de conservación, porque forma parte de nuestra riqueza patrimonial. Tuve ocasión de visitar recientemente el cementerio viejo de Talaván, constatando el gravísimo deterioro que sufre la capilla, alzada con piedras de pizarra y mortero. Quizás los agentes atmosféricos la destruyan este mismo año, sin esperar al siguiente invierno.

Se hace precisa, con urgencia, alguna medida de protección al respecto, siquiera para evitar que la lluvia y la nieve den la puntilla a esta ya ruinosa capilla. Quiero aprovechar este espacio para enviar un mensaje de alerta a quien corresponda, desde el ayuntamiento talavaniego a las autoridades patrimoniales. Y también para apelar a la sensibilidad de particulares e instituciones, invitándoles a compartir esta petición: salvemos a los “condenados” de Talaván. Gabriel Cusac Sánchez