Esto es lo que le está ocurriendo a Pérez en su partido, o en lo que él cree es su partido.

Nadie le obedece. Nadie le hace caso, excepto sus incondicionales, que cada día son menos. Cataluña le ha pegado una patada, Galicia, parece que lo mismo, en Ponferrada, ya ni le miran.

Mucho alardear de obligar a dimitir al que se ha aprovechado de una moción de censura uniéndose a un acosador, pero ni a Pérez, ni a Carmen Chacón, allá les hacen caso alguno. ¡Con lo que Pérez ha batallado y sigue en la brecha!

Pero es que para mandar, y saber mandar, se ha de tener de clase. Tenemos la prueba en Rodríguez, que así le fué y si no sienta de ministros a personas que querían estar antes que ser, mucho antes se le hubiera apeado de un tirón del sillón de presidente, y ahora éste.

Primero tendría que limpiarse, él, de la presunción de participar en el Gal, en el 11M, en el Faisán y en otros más, y luego, una vez esclarecido, con toda dignidad, nobleza y honradez, su implicación, o no implicación, en estos delitos, seguro que, entre los suyos tendría un voto de seguridad y pudiera ser le obedecieran a ciegas, pero tal como es su curriculum político anterior, nadie le puede obedecer. No tiene personalidad alguna ni física ni mental ni nada de nada. Menos cacarear, Pérez, y más poner huevos.