Mantenerse con vida depende, por más que queramos, de las intenciones propias e impropias que se cruzan en nuestro destino.

Mantener la vida es el sentido principal de esta dudosa realidad; así como, encontrar el sistema adecuado para alargarla. Al final, todo esto se convierte en un estado de ánimo que, usado como coraza, nos protege de las agresiones externas e internas de nuestra pasajera y arriesgada estancia terrenal.

El último atentado sufrido en las calles de Boston, con motivo de una carrera de fondo, es un contrasentido que, asesina a cualquier propósito con los que llevar una vida saludable. ‘La vida depende de un hilo’. Con esta frase tan descriptiva, se podía resumir mi primera exposición. Pero cuando este hilo lo maneja el insospechado y desconocido titiritero impío, el sentido de la vida pierde bastante de su deseada coherencia.

Encontramos información por internet asegurándonos que, estos monstruosos atentados terroristas, que se vienen dando en algunos estados norteamericanos, están diseñados por un exacerbado poder; elucubrado por secretas organizaciones gubernamentales, con misiones logísticas de alto alcance; y con fines de control sobre los poderes que rigen los designios del mundo.

De cualesquiera de las maneras, en el escenario de la vida, seguirá habiendo: titiriteros, hilos, marionetas; y guiones suficientes para montar la escenificación que encaje con el momento coyuntural.