La tarde se presenta mal, 8 altas, 7 ingresos y nuestros enfermos, sus muchas necesidades, nuestras carencias de siempre, la falta de personal para atender tantas demandas casi siempre justificadas. El nerviosismo la ansiedad el subconsciente marcado por tantas y tantas frustraciones, por un querer y no poder, por la ilusión renovada del día después, por la sensación de que nunca es suficiente. Se merecen más, tenemos que darles más, son nuestros padres, hermanos. Son nuestros abuelos, necesitan mucho y necesitan un poco de cariño, que les escuchen que les comprendan que le alivien el dolor físico, el dolor del miedo, el dolor de la incomprensión, de la impotencia. El dolor del que no puede esperar porque no le queda tiempo. Esta tarde empezó mal, fuera llovía mucho, dentro la insatisfacción y la rabia del personal por la poca sensibilidad de los que mandan, sordos estos ante la realidad. Fuera edificios nuevos, obras casi faraónicas. Escaparates preciosos, perfectamente montados, con las ultimas tecnologías, llenos de luz y color. Dentro esta tarde empezó mal y gracias a Ana, Eva, Mari Ángeles y Amelia, termino bien. El entendimiento, la voluntad, el esfuerzo la entrega y sacrificio, el acuerdo porque esta tarde fuera distinta a otras. El final de la jornada, la satisfacción por un trabajo bien hecho, por los regalos en forma de buen humor y que tan buen resultado dan en sitios como este. Muchas tardes como estas pueden ser posibles.