Ya sabemos que, en los últimos años, la formación en nuestro país parece una montaña rusa en lugar de un sistema educativo. La eliminación de Diplomaturas y Licenciaturas, la creación de los Grados con el Plan Bolonia, los cambios en el formato de Selectividad, las reválidas o las Carreras 3+2 son solo algunos de los vaivenes que están sufriendo alumnos y profesorado en la actualidad.

Muchas de estas medidas que ha tomado el Gobierno se llevaron a cabo otras están en proceso y otras finalmente no resultaron. Pero esto es lo de menos. Todo curso tiene un sistema de impartición por el docente, y un sistema de estudio por el alumnado.

Si no está claro hacia dónde vamos, ¿Cómo van a preparar los profesores a los alumnos? Lo único que se consigue con ello es el abandono. Docentes en aulas haciendo su trabajo, exponiendo los contenidos que le han indicado y enseñando a los alumnos un camino hacia no se sabe dónde…Esto está a la orden del día.

Cualquiera que haya leído estos dos párrafos anteriores pensará que vivimos en un país que no invierte en Educación, pero la realidad es otra. En España se han invertido 44.974 millones de Euros en el último ejercicio económico (2009-2013), una inversión que se ha visto muy reducida por la crisis, y que nos hace estar en la cola de Europa en cuanto al gasto en educación, pero que no deja de ser una importante inversión.

Finalizados los grados y masters, los universitarios deben lanzarse al mundo laboral y aquí llega el verdadero problema. ¿Dónde está el empleo? Un alto número de estudiantes van al paro después de aprobar su Trabajo de Fin de Grado o su Trabajo de Fin de Master, mientras que un bajo porcentaje firma un contrato de trabajo. El tipo de empleo de este contrato de trabajo, en la gran mayoría de los casos dista mucho de la titulación obtenida por la persona. Un muy bajo porcentaje de estudiantes encuentra empleo de lo que ha estudiado.

Todo esto hace que, finalizada la carrera, busques empleo en el extranjero, trabajes en otro sector, continúes estudiando, o directamente no hagas nada. Muchas ramas universitarias tienen la opción opositar, esos exámenes con contenidos muy amplios y de tal dificultad que te hacen cambiar tu vida cotidiana. En la mayoría de ellas salen pocas plazas y muchas de las que salen…(vamos a pensar bien)…son muy difíciles de conseguir y en muchos casos benefician a los que ya han trabajado en el sector (fase de concurso). Por todo ello, los últimos datos estadísticos obtenidos son verdaderamente preocupantes. Más del 50% de personas con titulaciones universitarias no volvería a estudiar su carrera si volviera atrás, mientras que muchos de ellos ni siquiera estudiarían una carrera.

La otra opción la encontramos con la Formación Profesional, con tres niveles. Básica para personas sin titulación, media, para personas con título de Educación Secundaria, y superior para personas con título de Bachillerato. La demanda de este tipo de formación ha crecido muchísimo en los últimos años. Los estudios aquí son de dos años, y parece que los contenidos que se imparten están más cerca del empleo en comparación con los contenidos universitarios.

Además, las prácticas son de más calidad y la posibilidad de continuar en la empresa es mayor que tras las carreras universitarias. Dicho todo esto, nos planteamos la pregunta de ¿para qué invertir tanto en educación? Uno de los objetivos del educador o del maestro, en los primeros años de formación de una persona, es motivarla.

Aquí se comienza a tirar de tópicos tales como “Lucha por lo que quieres” o “Si se quiere se puede”, que son ciertos, pero un tanto irreales. No toda la gente es de 10, no todos pueden sacar un 9,8 en una oposición y obtener una plaza. Hay gente más inteligente que otra por factores genéticos simplemente, aunque después esa inteligencia pueda desarrollarse.

La realidad es que tienes que aprobar la Educación Secundaria Obligatoria, y después el Bachillerato. Una vez hecho esto te examinarán de todo lo aprendido en la prueba de Selectividad. Una vez apruebes podrás acceder a un Grado Universitario u otro en función de la nota. Tras cuatro duros años de preparación, aprobando un total de cuarenta asignaturas, lo más lógico que suceda es que vayas al paro. Esta es la cruel realidad. La Educación no es un juego.