Francois Ozon reunió a la plana mayor de las actrices francesas en Ocho mujeres , un rotundo éxito que le da la libertad que ha usado ahora para volver a un cine intimista en Swimming pool , esta vez de la mano de dos actrices amigas suyas porque, aunque siempre negó roces en aquel rodaje, hoy admite que "necesitaba vacaciones".

"Adoro pasar de un registro intimista a otro más teatral, artificial y extremista, porque amo esas dos formas de cine desde joven y no las veo incompatibles", señaló la pasada semana Francois Ozon en Madrid, donde fue a promocionar Swimming pool , filme protagonizado por Charlotte Rampling y Ludivine Sagnier, que participó en la sección oficial del último festival de Cannes y que se estrenó en las salas españolas el pasado 24 de octubre.

Ozon quiso enfrentar, precisamente, a estas dos actrices con las que ya había trabajado antes. "Ocho mujeres era una narración más experimental y necesitaba de estrellas, pero aquí quería trabajar con dos amigas con las que me llevo muy bien. Necesitaba vacaciones", comenta.

TRAS LAS MUSAS

El cineasta francés mete a Charlotte Rampling en el papel de una escritora de novelas policiacas inglesa, inspirada en autoras como Patricia Highsmith o Ruth Rendell, y la enfrenta a su proceso creativo encerrada en una casa del sur de Francia, cuya paz se verá enturbiada por la llegada de una joven de la que se alimentará la autora para crear su nueva novela.

"Quería mostrar el día a día del proceso creativo, narrar en qué se inspira un creador para crear su obra, por eso sigo a ese personaje en su búsqueda de inspiración", comenta Ozon, quien aprovecha Swimming pool para mostrar lo que es su propio proceso creativo. "Lo que muestro es mi forma de trabajar, aunque de manera extremista. Yo no soy una solterona inglesa pero, como mi protagonista, necesito primero encerrarme y luego aceptar la realidad exterior y vampirizarla".

A sus 36 años, Ozon tiene la apariencia de un joven inocente, y este cineasta, al que muchos llaman ya el Almodóvar francés, confiesa que, cuando viaja para presentar sus películas, todos se quedan sorprendidos con su imagen. "Me imaginan distinto. Piensan que soy un viejo perverso". Y, mientras, rechaza proyectos de Hollywood, "¿para qué perder tu libertad cuando en Europa se puede hacer cine con mentalidad europea y estrellas americanas, como demostró Amenábar?", concluye.