Lleva 25 años y más de 50 películas demostrando al mundo que no sólo de sex appeal vive el actor. Antonio Banderas, el más internacional de los actores españoles, huye del encasillamiento y, para ello, cambia de registros, de género, se sube a un escenario o se sit a detrás de la cámara para contar historias, de ésas que siempre quiso contar, de las que, dice, le llenan el alma más que el bolsillo. Mientras nos llega su segunda película como director, El camino de los ingleses , Banderas se pone los zapatos de baile en Déjate llevar , que se estrenó el pasado viernes. En el filme, basado en una historia real, interpreta a Pierre Dulaine, un profesional del baile de salón que dedica su tiempo a enseñar a un problemático grupo de alumnos de las escuelas marginales de Manhattan.

Cuál ha sido su intención al hacer esta película?

Es una película muy tradicional, sencilla y sin grandes pretensiones. Es la historia de un hombre que le está agradecido a la vida por lo que ésta le ha brindado y quiere hacer algo por los demás. Me parece muy honorable y generoso por su parte, sobre todo en un mundo tan cínico, egoísta y violento como el que vivimos hoy en día.

¿La han visto sus hijos?

Esta es la primera vez que hice una película pensando en ellos. No hice La mascara del Zorro, Spy Kids o Shrek para que mis hijos pudieran ver a su padre en el cine. Lo hice porque me divertía a mí, porque Robert Rodríguez es un gran amigo y me encanta su forma de hacer cine o porque trabajar con Jeffrey Katzenberg productor de Shrek es siempre garantía de éxito. En este caso lo hice porque me preocupa mi hija de 16 años (Dakota Johnson), que pertenece a la generación de los protagonistas del filme, una generación con muchos problemas, como el de la droga, sobre todo en Los Angeles. Stella es más pequeña, pero ya le tocará sufrir eso. Ellas la han visto y les interesó porque va dirigida a los adolescentes. Su opinión era muy importante. Nadie como tus hijos para ser honestos contigo. Cuando no les gusta algo, te lo dicen sin rodeos.

¿Cómo fue trabajar con actores tan jóvenes?

Al observarles me vi a mí mismo hace 26 años con la misma ilusión con la que comencé en esta profesión. Además, fue una excelente oportunidad para preparar mi labor en El camino de los ingleses , en la que he tenido que dirigir a un gran número de chavales mucho más enérgicos que yo.

Hablando de energía, ¿cuánta tuvo que poner para perfeccionar el baile de salón?

-Mucha más que para luchar con espada o montar a caballo, como hice en El Zorro . Yo no soy bailarín, aunque he bailado en varias películas y lo hice en Broadway, cada día, durante las funciones de Nine . El baile de salón es cosa muy seria. Mi coreógrafa ha sido campeona mundial de tango. Bailar con ella fue como enfrentarse a un tornado (risas). Pasé mes y medio sudando tinta, pero siempre con una sonrisa.

Dice Pierre Dulaine que el baile enseña caballerosidad, respeto y modales. ¿Está de acuerdo?

--Cuando era un chaval pensaba que esto del baile de salón era cosa de nuestros abuelos, algo rancio y pasado de moda. Mi madre fue durante muchos años jurado en el campeonato europeo de bailes de salón y alguna vez me invitó a asistir a ellos, pero nunca me interesó. Le decía: "ve tú y luego me lo cuentas" (risas). Pero estaba muy equivocado, porque hay algo en esta disciplina que tiene que ver con la dignidad, el respeto a uno mismo y el entendimiento con tu pareja de baile. El baile es una metáfora de la vida.

¿Baila mucho fuera de la pantalla?

No tengo tiempo, la verdad. Lo solía hacer cuando era más joven y salía de marcha. Cuando vivía en Málaga cerraba las discotecas todas las noches. Ya no frecuento la vida nocturna.

Ahora pasa las noches en la sala de montaje.

Me paso el día entero, no salgo más que para comer, dormir y hacer un poco de ejercicio. Pero creo que me está saliendo una buena película.

Le debe reconfortar ver que tiene el plato lleno de ofertas. ¿Por qué trabaja tanto?

Trabajo porque amo mi profesión. Me entusiasma estar en el plató de rodaje, subirme a un escenario, ponerme detrás de la cámara, dar mi voz a un gato pícaro y seductor, contar historias y ver cómo reacciona el espectador. Me motiva hacer bien mi trabajo, sea el que sea.