Hace algo más de un mes saltó la sorpresa. Un periodista indoaustraliano de 34 años ganaba el más prestigioso premio literario del Reino Unido con una primera novela. En Tigre blanco (Miscelanea), el hijo de un conductor de rickshaw se convierte en próspero empresario en la Bangalore de las empresas tecnológicas. Sale del "gallinero" que mantiene el orden social dejando un rastro de sangre porque, dice el protagonista, en la India de hoy solo hay dos destinos, "comer o ser comido".

El Man Booker para usted, el Goncourt y el Renaudot para un escritor afgano y otro guineano, el Nobel para un francés de la isla de Reunión... ¿Qué está pasando?

--No son muchos, pero el Booker lo han ganado ya cuatro escritores nacidos en la India además de Adiga, Salman Rushdie, Arundhati Roy y Kiran Desai. En el caso de la literatura en lengua inglesa, India y el resto de las antiguas colonias no están en la periferia, sino integradas en una realidad cultural y comercial global.

En el continente quizá sí estemos abriendo ahora los ojos más allá de nuestra pequeña Europa. Y en parte a través de la literatura.

--Es evidente que el centro del poder económico del mundo se desplaza. Ya no se podrá ignorar nunca más la influencia de países como la India, China o Brasil. Y la realidad cultural sigue a la económica, así que la literatura aún lo reflejará más los próximos años. Es lógico que abran los ojos ante este nuevo mundo. Pero también que nos preguntemos si este mundo más complejo será mejor. Si que la India sea un país más importante significará que la gente de la India se beneficiará de este poder.

Por aquí quizá seamos más egoístas y lo que tengamos es miedo por cuál será nuestro futuro.

--Cuando hay cambios, es natural que la gente se inquiete, que tenga miedo a lo desconocido. Pero no creo que Europa tenga que preocuparse por estos países. El miedo real es el de la mayoría de personas de estos países por cuál será su futuro.

El protagonista de la novela es un tiburón pero tiene una visión ingenua del mundo. Escribe al primer ministro chino y cree que Occidente decae porque habla por móvil.

--Por supuesto, refleja un punto de vista distorsionado, que correspondería a una persona que ha ido solo dos o tres años a la escuela. Su visión del mundo es muy brutal, traslada la limitada visión de cuál es la realidad para los pobres en la India: una lucha darwinista por sobrevivir.

El protagonista va del campo a la ciudad. En este cambio, ¿el sistema de castas mantiene su papel?

--A medida de que India se moderniza, el sistema de castas se está derrumbando. La diferencia real está entre los que tienen y los que no tienen. Las castas son una pantalla exótica, de una India mistificada. Cada vez se habla más de clases altas y bajas que de castas altas y bajas.

¿En su obra quiere explicar las miserias del capitalismo asiático como Dickens lo hizo con el europeo?

--Necesitamos que la literatura sea más comprometida y se enfrente a la realidad. Los escritores indios no han asumido este papel, pero deberán hacerlo. La literatura debe poner a las clases medias indias ante el espejo para que sean conscientes de que ya no son las víctimas de un sistema colonial, de que forman parte de un superpoder y de un sistema opresivo. Pero estas clases medias ven cine en hindi y leen literatura en inglés, y tanto el cine como los libros que leen tienen la misma función, la evasión, huir de una India real, que les parece triste o aburrida.

En la Europa de Dickens, el socialismo o el cristianismo eran un freno moral para los peores excesos del capitalismo. ¿Qué frenos hay en un país como la India hoy?

--Hay una clase media de 300 millones de personas, próspera y conectada con la economía globalizada, que vive completamente separada de los pobres y no siente ninguna necesidad de interactuar con ellos. Existen valores humanísticos en la clase media liberal, pero sobre todo podemos contar con el sentido de la supervivencia. La conciencia de que la distancia entre ricos y pobres crece dramáticamente y provocará problemas. De hecho ya existen.

¿En forma de crímenes, como en la novela?

--Las diferencias sociales en la India son similares a las de Suráfrica o América Latina pero la seguridad es extraordinaria, sin comparación. Podemos dar por descontado que habrá más criminalidad, pero no aparecerá de forma desnuda. Las diferencias sociales y económicas se presentan como conflictos culturales, religiosos, regionales... o en la criminalización de la política. Habrá tensiones si los pobres se sienten excluidos, pero se expresarán en formas distintas: de la insurgencia de extrema izquierda a movimientos hindús o islámicos de extrema derecha. ERNEST ALOS