La costa asturiana amaneció el pasado 1 de marzo con una ballena muerta de 16 metros y cerca de 24 toneladas en un acantilado de Tapia de Casariego. Lo inusual de estas dimensiones han llevado a los organismos competentes a tomar la decisión de que el esqueleto del cetáceo quede expuesto en el Aula del Mar de Luarca, localidad vecina a la que fueron trasladados en un camión los restos de este rorcual común para su estudio y disección.

La ballena pasará a formar parte de la exposición permanente de especies marinas de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma) y se ubicará en la nave de 700 metros cuadrados.

Esta ballena, la más grande encontrada en el litoral asturiano en los últimos quince años, podría haber muerto unos diez días antes varar, aunque, gracias a las bajas temperaturas, se encuentraba en buenas condiciones.

La presencia de rorcuales comunes es habitual en las aguas del Atlántico y el Cantábrico, si bien hacía más de una década que ningún ejemplar había varado en la costa asturiana.