El superordenador de Barcelona, el llamado Mare Nostrum, se sometió a finales del pasado año a una renovación casi completa que le permitió duplicar su capacidad de cálculo y recuperar el liderazgo europeo, pero sus gestores parecen no tener suficiente y ya piensan en un sustituto que empequeñecerá los logros actuales. Según explicó Mateo Valero, catedrático de la Universitat Polit¨cnica de Catalunya (UPC) y director del Centro de Supercomputación de Barcelona (BSC), el objetivo es disponer en tres o cuatro años de una nueva instalación 100 veces más potente.